¿Y “EL ATENTADO FANTASMA DEL GORDITO DE BUEN CORAZÓN?
En la ciudad de los “mil ojos” electrónicos y los oídos sordos, la historia del supuesto atentado contra el alcalde de Tegucigalpa, Jorge Aldana, se ha convertido en una leyenda urbana. A más de días desde cuando, según versiones, dos episodios pusieron en jaque la vida del edil capitalino. Pero, hasta ahora, ni una cámara, ni un policía, ni siquiera el perro del barrio ha dado pistas sobre lo ocurrido.
El tan aclamado sistema de vigilancia 911, que en teoría funciona como el Gran Hermano de la capital, parece haberse tomado unas vacaciones justo cuando se necesitaba. Las miles de cámaras instaladas estratégicamente o decorativamente, según parece en los puntos más críticos de la ciudad, incluida la ruta del alcalde, no captaron nada. Ni una matrícula sospechosa, ni un conductor nervioso, ni siquiera una motorizada alardeando de mala puntería.
Por su parte, los cuerpos investigativos de la Policía han adoptado la postura del avestruz: cabeza enterrada y manos cruzadas. Lo poco que han dicho roza lo filosófico: “Lo que no se ve, no se investiga”.
Mientras tanto, el propio alcalde Jorge Aldana, en un acto de modestia sin precedentes, pidió no especular ni darle “mayor importancia al suceso”. En sus declaraciones, calificó los hechos no como un atentado, sino como un simple “incidente” que, afortunadamente, su equipo supo “repeler”. ¿Atentado? ¿Incidente? ¿Un mal día en el tráfico? Todo queda a la interpretación del lector.