Y COLORÍN COLORADO…

Se acabó la narcotelenovela de Juan Orlando Hernández en Nueva York, donde el juez Castel lo acabó sentenciando a 45 años en el mamo, que si los sabe agarrar por el lado bueno, solo son 5 más de los que él mismo había pedido en la previa. Aun así, sumados a los 55 años de edad que ya tiene, suman 100 cabalitos, que viene a ser lo mismo que una perpetua.

Perpetua que la tenía como en el banco desde que el pasado marzo los del jurado de su caso acordaran, por unanimidad, hallarlo culpable, condenándolo ahí mismo a una larga y agónica espera hasta este 26 de marzo, cuando finalmente Castel le acabó cantando el “Colorín colorado, este cuento se ha acabado”.

Las razones, pues las que siempre han sido: conspiración para importar coca a la USA, conspiración para poseer armas de fuego y posesión de armamento durante la conspiración por narcotráfico. Como cuando en la escuela te acusaban de robarte un lápiz.

De nada sirvió al indómito graciano toda la pataleta de andar gritando su inocencia a los cuatro vientos, utilizando a la familia como altavoz, pues quizás olvidó que nunca está la justicia gringa predispuesta a los sentimentalismos y siempre se decanta a favor de las pruebas, que, dicho sea de paso, dejaron muchas lagunas esta vez.

Pero bueno, más allá de la sentencia está la moraleja que queda en el aire para quien quiera hacer buen uso de ella, ya que no hay pruebas, pero tampoco dudas de que no es el indómito el único “toro” que andaba o anda metido hasta el sereguete en ese tipo de movidas, que nunca suelen pasar desapercibidas para los gringos.

Así que más vale a sus secuaces, tanto los de uno como los del bando contrario, andar de puntillas y apretando bien el ducto anal para cuando allá en el norte se acuerden de ellos y los arrastren hasta su cauce cuando estén ya debilitados o cuando crean estar en la cúspide, pues eso no importa cuando se sabe que entre el cielo y los ojos gringos no hay nada oculto.

Y mientras el tiempo pasa y los demás tamales de la olla se siguen cociendo, y algunos acá sigan torciendo las leyes a su conveniencia para ingenuamente creer que así se librarán del asunto, el pueblo habrá de ir pintando rayitas en la pared, para un conteo regresivo que sin duda acabará alcanzando a unos y a otros.

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