XIOMARA NAVIDEÑA Y EL CORO DE LOS MIL DESEOS
Una Navidad de esperanza… y amor deseo la presidenta pues que se haga realidad paz, trabajo y armonía es lo que necesita el pueblo hondureño en realidad.
En el marco de un Cerro Juana Laínez iluminado como si la felicidad colectiva se resolviera con luces LED y villancicos, la presidenta Xiomara Castro encabezó una velada navideña junto al Coro de los Mil Alumnos. Conmovida hasta el tuétano, la mandataria declaró:
“Qué hermoso regalo el que nos dieron hoy, un regalo que viene de lo más preciado que tenemos en Honduras: la voz de nuestros niños y niñas. Hoy traen a nosotros el sentimiento de la Navidad y el amor a nuestra patria.”
Y mientras en el escenario reinaba la armonía musical, en las calles hondureñas se escuchaba el eco de un villancico menos melódico: el canto de la pobreza, el desempleo y la inseguridad, que no necesita micrófonos ni orquestas para ser oído.
La presidenta, impregnada por el espíritu navideño mando un mensaje esperanzador, invitó a los asistentes a construir una Honduras llena de paz y amor. Loable, sin duda, aunque para muchos sigue siendo más fácil construir un pesebre artesanal que una vida digna en un país con tantos retos.
Eso sí, crédito donde es debido: el evento fue espectacular. Los niños y niñas demostraron un talento innegable, y la Orquesta Sinfónica de la Victoria hizo honor a su nombre con una ejecución magistral. Felicidades a la Secretaría de Educación y Cultura, que logró ofrecer un respiro navideño en un ambiente tan adverso.
Pero, ¿qué sería de la Navidad sin un toque de realidad? Mientras unos disfrutaban del concierto, otros lidiaban con las facturas impagables, el alto costo de los frijoles y los apagones intermitentes que, irónicamente, podrían considerarse parte del espectáculo de luces.
No obstante, como bien apuntó la presidenta: “Que la paz y el amor siempre brillen en el corazón de todos los hondureños”. Porque, si no podemos pagar las deudas, al menos podemos encender velas para pedir que el próximo año traiga algo más que discursos.
Así que, hondureños, no seamos como el Grinch, aunque tengamos razones de sobra. Tomemos un momento para celebrar, porque, después de todo, en Honduras cada sonrisa es un acto de resistencia. Feliz Navidad, y que el 2025 llegue con más villancicos.