XIOMARA CASTRO LLORIQUEA POR RECONOCIMIENTO

Pregúntenle a la gente, yo estoy haciendo escuela, hospitales, carreteras, merienda escolar, matricula gratis etcétera etcétera y no reconocen se quejó el presi de los catrachos.

La presidenta Xiomara Castro parece estar pasando por lo que podríamos llamar una “crisis de reconocimiento”. En plena inauguración de un tramo carretero en Olancho, no solo pavimentó el camino, sino que también se aseguró de pavimentar su frustración por no recibir los aplausos que, según ella, le corresponden.

¿Acaso es mucho pedir un poco de reconocimiento por refundar la patria, devolver la soberanía, y –cómo no– arrastrar un país entero hacia una lucha de verdad contra el narcotráfico?

Y ahí estaba Rixi Moncada, la ministra estrella de Defensa que fue llamada de vuelta al escenario político después de haber tomado una pequeña pausa para, ya acostumbrarse a los cuarteles. Según Castro, no es cualquier lucha la que Rixi lidera, es una lucha “de verdad”. No como esas luchas a medias tintas de gobiernos anteriores, donde todo era más como una novela de narcotraficantes y menos como un reality show de transformación nacional.

Castro aprovechó para recordarle a todo el que quisiera escuchar que los méritos están ahí, solo que nadie parece querer verlos. “Si quieren pruebas de nuestro trabajo, pregúntenle a los beneficiarios con nuestros proyectos”, clamó la presidenta, como si la respuesta a todas las críticas estuvieran en una encuesta de satisfacción que no hemos visto.

¡Qué conveniente! Si una duda, solo tiene que buscar entre los más de 300 mil habitantes beneficiados por los 60 kilómetros de asfalto recién inaugurados, porque claro, esos kilómetros son la prueba irrefutable de una Honduras en plena refundación.

Por supuesto, la presidenta no perdió la oportunidad de lanzar su habitual dardo a la oposición. “Anoten nombres, anoten caras”, dijo, como si estuviera dictando una lista de enemigos públicos. No es que esté obsesionada con los 12 años de narcodictadura ni con el “golpe” que truncó el glorioso desarrollo de su esposo Mel Zelaya, pero parece que los opositores siguen atormentando su narrativa. Y es que esos mismos opositores, que, según Castro, se pasan por los foros de democracia como si tuvieran algo que ofrecer, no tienen derecho a prometer nada después de haber destrozado al país. Pero, ¿quién necesita promesas cuando ya tienen la verdad absoluta.

Para cerrar con broche de oro, Castro recordó su renuncia al CIADI como si hubiera firmado un decreto para devolverle a Honduras la dignidad perdida. Según ella nada dice más “soberanía” que hacerle la cruz a un tribunal internacional. La presidenta concluyó con lo que parece ser su nuevo mantra: “No somos iguales”. Y en eso, tiene razón; nadie puede inaugurar una carretera, dictar cátedra sobre soberanía y pedir aplausos con su flamante ministra estrella a la par.

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