VILLANUEVA Y LA IRREFUTABLE CORAZONADA
Al parecer, la Juli se resiste a creer que en un mundo que le es ajeno exista la posibilidad, aunque sea remota, de no tener la razón en algo, pues cree que sus corazonadas pesan más que una prueba fehaciente.
Corazonadas que curiosamente chocan con su quehacer forense, al que debería apegarse, aunque sea por dignidad, palabra también ajena a su vocabulario, macabramente estructurado en el sesgo.
Ni con la mismísima Higinia dando testimonio de los hechos se niega a despojarse de su tozudez, reforzada por los likes, los vitores y las ratificaciones desde la moqueta Casa Presidencial. Precisamente por ahí la hurgó Cálix, su presa de turno, quien la animó a sincerarse públicamente sobre su padrinazgo político, pues solo así se entiende su permanencia en el cargo con tantas tachas en su haber.
Un padrinazgo que la envalentona para atreverse con repetidos exabruptos que, en su mayoría, no le van ni le vienen; maniobra quizás disuasoria para seguir desentendiéndose de lo sustancial de su desvergonzado silencio por lo del PNFAS.
Pero la suya es una cara dura y además infinita, pues mientras haya un micrófono delante y dispuesto a darle atención, seguirá ella empecinada en que, por mucho que los demás lo intenten y se esfuercen, solo existe una verdad: la suya.