SHIN ENCIENDE LA ESPERANZA
Tras casi cuatro meses y más de 3 mil kilómetros recorridos a pincel desde la frontera de México con los gringos, el queridísimo Shin Fujiyama por fin llegó a El Progreso, la ciudad que lo adoptó como uno de los suyos desde que llegó a Honduras, y donde inició su inquebrantable lucha por un país que hoy se lo agradece considerándolo su héroe.
Llegó cargando sobre sus hombros la ilusión de toda una niñez que ahora lo ve como su única esperanza de acceder a una educación digna ante la falta de respuestas de una clase gobernante que ahora, con la hazaña ya cumplida, se aprovecha en modo ventajista de su fama para ganar notoriedad, como hizo el alcalde progreseño en la entrada de la ciudad.
Un lugar que sirvió como escenario para la culminación de un objetivo, o más bien de un milagro, que habiéndose hecho realidad continuará a partir de hoy con la ejecución material de la obra prometida por el influencer, quien para ponerle más épica al asunto llegó ondeando la bandera cinco estrellas, rodeado de un gentío que lo aclamó.
Una multitud de más o menos tres mil gentes, entre las que destacaron su madre y su joven novia Yeimi, que agradeció a todos por el recibimiento dado espontáneamente al futuro padre de su hijo, quien, con su pundonor, esfuerzo, tenacidad y sobre todo amor por el país, decidió hacer suyo el reto de luchar por los indefensos.
Ahora sí, el objetivo de las mil escuelas parece más cercano, y sobre todo creíble, pues no hay catracho decente que se atreva a cuestionar la voluntad de Shin, el héroe de toda Honduras, el que vino desde muy lejos para demostrarnos a todos y cada uno que no hay nada imposible, por más que la realidad del país se obstine en demostrar lo contrario.