SE HACEN LOS NUEVOS; “¿QUÉ ACUERDOS?”

Indignados están las figuras de los partidos tradicionales; primero salió Yani Rosenthal, presidente del CCEPL, con su traje bien planchado y su sonrisa de “yo jamás he roto un plato”, negando rotundamente cualquier acuerdo durante el ya famoso “marzo de los tratos oscuros”.

“¿Qué acuerdos?” se pregunta, con cara de amnesia selectiva. “Nosotros respetamos la ley electoral”, afirma inmediatamente después. ¡Ah, qué consuelo!

Luego aparece en escena Nasry “Tito” Asfura, el hombre que piensa que la política se maneja con la misma soltura con la que se pavimentan calles. Con la solemnidad de un profeta indignado escribió en X: “¡La democracia no se negocia!”

Según las versiones que circulan, de gente mal intencionada este acuerdo habría sido resultado de una negociación política que se habría llevado a entre el sofocante calor de marzo pasado, en la cual se menciona la participación de Asfura.

A papi le sacaron el indio y les dijo que no sean farsantes a esos que andan con ese cuento. El precandidato nacionalista fue tajante negando todo vínculo con dichas negociaciones, afirmando que no existe tal acuerdo y pidiendo que “dejen de mentir”.

¿Y qué decir de Jorge Cálix? Aunque no lo mencione el comunicado oficial, es sabido que detrás de esas sonrisas cómplices y esos apretones de manos en pasillos oscuros siempre está el espíritu del “yo no fui”. A lo mejor Cálix está esperando su momento, porque en política, como bien sabe, lo importante no es ser honesto, sino parecerlo.

Lo que queda claro es que aquí nadie sabe nada. Los partidos tradicionales, esos pilares de la honestidad, niegan cualquier vínculo con acuerdos para establecer la presidencia del CNE. Y mientras tanto, el Consejo Nacional Electoral, con su nuevo elenco, no han sostenido su primer pleno y ya están en tremendo jaleo.

Así que, hondureños, no se preocupen. Si nuestros políticos dicen que no hubo acuerdos, ¡definitivamente debe ser verdad! Porque si algo nos han enseñado años de historia, es que siempre se puede confiar en la palabra de nuestros líderes. O como dirían en el pueblo, “a pie jutías”.

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