SARTA DE MENTIRAS PARA CERRAR EL AÑO

No podía faltar, antes de cerrar 2024, una última excusa de Luis Redondo Guifarro, que esperó la noche del 30 de diciembre para justificar como buenamente pudo el molote que se tiene montado en el Congreso y del cual echó toda la culpa a los de siempre: el “bipartidismo”, la “narcodictadura” y las “élites económicas”, dejando notar lo rapitito que se le pegaron las muletillas del discurso refundacional, que siempre quedan bien a la hora de lavarse las manos y disimular su ineptitud.

Lo hizo él mediante un ‘Live’ en X que luego sustentó con un insufrible tuit de 3,910 palabras, como si la gente no tuviese mejores cosas que hacer. Ahí argumentó el gato de Mel que si el país está patas arriba no es culpa suya sino de sus contrarios, que “durante 42 años redujeron la institucionalidad al mínimo” y contra quienes arremetió sin argumentos sólidos, pero también sin piedad, para finalizar su intervención pidiéndoles su apoyo.

Una dualidad que viene siendo algo así como que alguien te quiebre las patas y después te regale las muletas y te exija que le agradezcas; pero bueno. La cosa es que, para intentar darle sustento a su sarta de infamias, también se llevó él de encuentro a las ONG, de las que según dijo, el bipartidismo se va valido “para hacer oposición”, y a las que criticó por dizque tener un “claro conflicto de interés”.

Se refirió él, básicamente, a la ASJ y al CNA, que, aunque no le guste lo único que han hecho es cumplir su rol de veedores, pues no le han dejado pasar una sola de sus mandracadas sin ventilarla públicamente, como corresponde. Pero como bien dicen que si al macho respinga es porque chimadura tiene, ya puede uno ir haciéndose una idea de la hiper sensibilidad del impostado jefe del Legislativo.

Un impostado que aun así tuvo la desfachatez de defender su ilegal mandato, asegurando que si está donde está es porque a inicios del 2022 “impedimos una ruptura del orden constitucional”, refiriéndose a la vez que sin contar con los votos que la ley demanda, sus ahora amos del oficialismo lo impusieron a la brava como titular de ese poder del Estado, impidiendo un “golpe de Estado” dizque patrocinado por los “grupos de poder económico con el apoyo de Juan Orlando Hernández”, así como “otros intentos de golpes de Estado más que sucedieron posteriormente”.

“Por eso es que estos grupos de poder económicos y políticos, ONG´S, analistas políticos y jurídicos, medios de comunicación de estos grupos económicos, etc. repiten que este Congreso Nacional del pueblo es el peor Congreso de la historia de Honduras”, escribió, intentando hacer creer que la razón está toditita de su lado y que ninguna culpa tiene él de lo sucedido, pese a que la condena a su nefasta gestión le ha llegado incluso desde más allá de las fronteras.

Y así siguió, esgrimiendo las posturas “de dignidad” que según él son las que lo hacen distinto de sus detractores, repitiendo como chachalaca la paja de que “no somos lo mismo” porque él sí ha condenado el golpe del 2009 (algo que ni siquiera viene al cuento), porque él sí decretó la energía como un derecho fundamental, pese a que ello ha llevado a la peor crisis energética de los últimos años, castigando con ello a los sectores productivos y convirtiendo a otros en parasitarios; y porque él sí está a favor de derogar las Zede pese a que ello ha significado la pérdida de cientos de chambas sin haber propuesto nunca una sola alternativa.

Y aún así, al final de su descarada intervención, tuvo el caradurismo de pedir una vez más a la oposición que le hagan el favorcito de apoyar el Presupuesto General de la República del 2025, pues como de costumbre, fue incapaz en 2024 de lograr los consensos necesarios, colgando el cartelito de “incertidumbre” a la inversión estatal pensada para el año venidero.

Un Presupuesto, sin embargo, disparatado y carente de todo sentido común en su estructura, pues pretenden él y sus patrones restarle billete a Educación y Salud y dárselo a Planificación y Estrategia, para que Ricardo ‘la Vaca’ Salgado haga y deshaga la propaganda que le venga en gana a favor de la candidata oficialista y, de paso, despotrique como quiera contra una oposición a la que no ha parado el ministro activista de desprestigiar desde que agarró la chambita que tiene.

En fin, una larga lista de incongruencias con las que el cínico conserje de Libre en el Legislativo pretende hacer creer que todo lo malo que ha ocurrido es culpa de otros, pero nunca suya. Pero será 2025 un año crucial, de elecciones y de decisiones que sin duda marcarán el rumbo para los próximos años, por lo que más vale a Redondo tener un plan B en caso de que las cosas se le tuerzan el día menos pensado, porque ciertamente sus amigos son ya escasos, y lo serán más el día que vuelva a la llanura. Tiempo al tiempo.

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