RAMÓN BARRIOS, EL AVENTURERO

El diputado refundidor, Ramón Enrique Barrios, desde que acaparó su curul en el Congreso, pues no desperdicia una sola oportunidad para salir de paseo por el mundo con los viáticos cobrados religiosamente, ya que un día aparece de repente en la capital de Pakistán y apenas cuatro días después asoma el cacho por la capital del imperio yankee, sin siquiera despeinarse el bigote.

Con semejante desinterés en la agenda legislativa catracha, no es de extrañar que cuando llega, solo lo hace para levantar la manito, siguiendo la cuerda a sus correligionarios, aunque sin saber de qué se trata; porque lo suyo ya se vio que es viajar y no tanto legislar.

Y las pruebas están ahí, pues él mismo es quien ventila sus aventuras en las redes, presumiendo el pasado 30 de octubre su mostacho en Islamabad, donde dijo haber desarrollado con sus anfitriones una “enriquecedora fase de acercamiento cultural”, que sabrá el demonio qué carajos significa eso, pues nada tiene que hacer un indito catracho en un país tan ajeno al otro lado del globo.

Un viaje, sin embargo, que fue apenas el preámbulo del que emprendería después directo desde allá hasta Washington, volándose más de 11 mil kilómetros en avión para ponerse a la orden del imperio como veedor de las elecciones gringas del miércoles, como observador de “las dinámicas de este proceso democrático” que nada tiene que ver con el que él y los suyos están fraguando en Honduras.

Y allá sigue, junto con el chabacán de Luis Redondo y otros “honorables” que integran la comitiva, cuya sola presencia equivale a una bofetada a la mismísima democracia, aunque él ande diciendo que le servirá para “adquirir conocimientos valiosos” y “fortalecer nuestras prácticas democráticas”. ¡Habrase visto!

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