PRODUCTORES DE CAFÉ Y SU DESDICHA
Los más de 70 mil cafetaleros de Honduras están literalmente “molidos”, no solo por el esfuerzo de cultivar el grano, sino por las deudas que los tienen caminando con más dificultades que un cafeto en sequía.
Y claro, ¿quién podría culparlos? Entre la falta de gobernanza efectiva, las demandas internacionales que parecen más exigentes que el cliente más quisquilloso de un Starbucks, y la eterna promesa de “soluciones inmediatas”
Con la esperanza de que algún día las cosas se endulcen, los caficultores piden un proceso de consolidación de deudas tan largo como la lista de promesas incumplidas: 15 años mínimo, a una tasa de interés que no supera el 5%. Es decir, quieren pagar sus deudas con un plazo hasta el 2039 con la misma tranquilidad con la que se toma un café en una terraza.
Además, reclaman un “precio justo”. Porque, aparentemente, no basta con sudar en las fincas y producir el mejor grano, también hay que luchar para que los compradores, tanto internacionales como nacionales, dejen de apretar tanto.
La queja común entre los productores es la falta de empatía, solidaridad y, básicamente, de cualquier cosa que suene a buena gobernanza. Las instituciones cafetaleras, como el IHCAFE y el Fondo Cafetero, están más desactualizadas que la cafetera de la abuela con colador de manta y de investigación y extensión, ni hablemos.
Pero como si eso fuera poco, los productores también piden soluciones para la falta de mano de obra y cumplimiento de promesas de infraestructura.
Finalmente, los cafetaleros no se olvidan de Europa, que les exige cultivar bajo sombra y cumplir con normas tan estrictas y cumplir con esas exigencias ambientales tiene un costo, uno que no se cubre solo con “buenas intenciones” ni con café gratis para los diplomáticos.