PRESIDENTA DE LA CSJ, JUEZ, JURADO Y SALVADORA FAMILIAR

En un nuevo capítulo de la telenovela judicial, al parecer la presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Honduras, Rebeca Raquel Obando, ha decidido que no solo debe velar por la justicia del país, sino también por la de su exyerno, Guillermo Noriega.

La comunidad de juristas está con la boca abierta – y no es por el calor – tras la sorprendente decisión de Rebeca Raquel de autodesignarse como magistrada en una corte de apelaciones. ¿La razón? Un pequeño asunto de lavado de activos que salpica a su exyerno, Guillermo, y a su hija, Claudia Noriega. Y es que cuando el barco familiar se hunde, nada como ponerse la capa de supermagistrada para rescatar a los suyos.

Lo que ha desatado más risas nerviosas que cualquier show de comedia es que, el expediente del buen Guillermo se ha extraviado. Y como si se tratara de un pastel mal horneado, lo están reconstruyendo sin la participación del Ministerio Público.

Pero, tranquilos, que desde la Corte Suprema tienen todo bajo control. Aseguran que “todo se hizo por orden de precedencia”. Ya saben, esa jerarquía en la que uno se da prioridad a sí mismo. Además, nos tranquilizan al decir que la presidenta “nunca recibió ni leyó” el expediente de su ex yerno. ¿Qué mejor defensa que la de la ignorancia voluntaria?

Mientras tanto, el presidente del Colegio de Abogados, Gustavo Solórzano, no pudo contenerse y lanzó la advertencia: “¡Conflicto de interés, señores!”. Pero, Rebeca Raquel está redefiniendo los manuales de conducta judicial.

Y para agregar más drama, el precandidato Jorge Cálix denunció que este no es un caso aislado. “Hay un montón de familiares a los que les está arreglando los problemas”, dijo, como si Obando fuera la hada madrina del sistema judicial. Solicitó al fiscal Luis Javier Santos que, por favor, preste atención al expediente de Guillermo, no vaya a ser que aparezca por arte de magia en una carpeta reciclada.

Así que, mientras la presidenta sigue barajando expedientes y vínculos familiares, los hondureños pueden dormir tranquilos sabiendo que, si alguna vez se encuentran en problemas legales, lo único que necesitan es un buen lazo de sangre con la Corte Suprema.

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