PLÁTICA DE “ALTURA” ENTRE MEL Y LA VACA
En un tremendo cruce de mensajes públicos en sus redes sociales que podríamos calificar como un “choque de titanes”, el ministro de planificación, Ricardo Salgado, mejor conocido en ciertos círculos académicos como “la vaca intelectual”, y el siempre audaz expresidente y coordinador de Libre, Manuel Zelaya Rosales, intercambiaron opiniones en lo que podría describirse como una cumbre de pensamiento estratégico.
Salgado, en su discurso cargado de la usual sutileza que lo caracteriza, no se guardó nada. Con la precisión de un cirujano político, lanzó un tapazo como diría por ahí un recordado periodista “No esperamos nada de la oposición fascista hondureña. Sabemos que son capaces de todo y más. Si debemos recordarles a todos los hondureños, especialmente a los desclasados que defienden a los mafiosos y al libertarismo, que la Honduras que tenemos, la construyeron ellos por más de dos siglos”
Según Salgado, basta con darse una vuelta por los cerros de Tegucigalpa, donde las majestuosas obras de los Calix, Nasralla, Rosenthals y Rivera Callejas se alzan como monumentos a la gloria de la clase dirigente. Claro, monumentos de desigualdad, miseria y atraso, pero monumentos, al fin y al cabo.
Pero no se quedó ahí. El ministro, mostrando un dominio casi poético del discurso político, recordó a la nación que el gobierno de Xiomara Castro es, sin duda, el que más ha hecho por las mayorías, a pesar de los “canallas” de la ASJ y la incesante agresión de los gringos. ¿Quién podría olvidar que, según él, toda la desdicha que arrastra el país es un legado de esos que ahora pretenden revivir al cadáver?
Pero el diálogo de altura no se detuvo ahí. Zelaya Rosales, el experimentado estratega y coordinador de Libre, le contestó a Salgado con tremendo comentario. “ministro Salgado, usted es valiente y comprometido, pero que no se le olvide mencionar a las 10 familias que más se benefician de las exoneraciones en Honduras. Hoy te entretienes mencionando a empleados y gendarmes que les prestan el rostro.”
¡Qué manera de elevar el discurso político!