“PASCONEADO” DE BALAS ROTULO DE OLANCHO
Adiós al icónico rótulo que daba la bienvenida al departamento de Olancho, o, mejor dicho, al más famoso colador metálico del país.
“Bienvenidos al departamento de Olancho” se leía, entre perforaciones de balas, en lo que fue un símbolo de la hospitalidad local… y de su puntería.
Al ver el rotulo todo pasconeado autoridades procedieron a quitar el rotulo y según ellos pondrán uno más resistente de cemento, no entienden que Olanchano que se respete vuela plomo donde sea.
Los habitantes lamentaron el retiro del rótulo. Era más que un simple letrero; era una tradición, un emblema, un trofeo de tiro al blanco.
Los visitantes solían tomar fotografías junto a él, como si estuvieran posando con un héroe de guerra. “Grande para entrar, angosto para salir”, decían la leyenda del rotulo, remarcando un viejo dicho de los olanchanos.
El rótulo, acribillado con tal entusiasmo, se había convertido en un verdadero monumento a la cultura local. El señor Porfirio Hernández, un filósofo contemporáneo de la zona, afirmó: “Aunque lo cambien, siempre será perforado porque es cultural en el departamento disparar de esa forma”. Para los olanchanos, un rótulo sin agujeros es como un café sin azúcar: simplemente no es lo mismo.
El origen de las balas es un misterio. ¿Fue obra de grupos delincuenciales? ¿O simplemente de olanchanos orgullosos de su destreza con el plomo? La respuesta es tan ambigua como un disparo en la oscuridad. En Olancho, cualquier cosa que se coloque a la vista pública corre el riesgo de convertirse en un improvisado blanco de práctica.
Así, la leyenda del rótulo de Olancho perdura. Aunque el letrero original ya no esté, cualquier nuevo intento de sustituirlo inevitablemente recibirá la misma lluvia de plomo, porque si hay algo que a los olanchanos les gusta, es desenfundar su pistola.