“PAPI” PROMETE ARRIMAR EL LOMO
En tierra harto mencionada durante el juicio contra el indómito en el norte aterrizó Papi el finde, a prometer a la cachurecada que arrimará el hombro como uno más, y que no aderezará su campaña con odios y rencores para no dar gusto a los cinazoños.
Les dijo el precandidato azulejo a las bases copanecas que, aunque a lo largo de su periplo lo hayan enterrado y desenterrado muy de vez en cuando, él no anda en lo que anda para lagrimear o echar la culpa a otros, sino para dar chamba y poner los frijoles y el arroz en la hambrienta y desilusionada catrachada.
Promesas, sin embargo, muy fáciles de hacer, pero que a la hora del té cuesta un huevo cumplir por lo patas arriba que está el país, en parte por las caballadas de los ineptos gobernantes de turno, pero también por aquellos que los precedieron, que prometían cosas bastante parecidas a las suyas y exactamente con la misma bandera.
Una bandera que, pese al estigma que carga, vuelve a ser vista con ilusión por los cachurecos distanciados por la avalancha de cagadales de sus caudillos en los últimos tiempos, pero que ahora andan de nuevo cortejándola con cierto disimulo, pues para bien a para mal, lo de que “Papi es diferente” es una afirmación bien sustentada que, combinada con los nefastos dos últimos años, recobra especial interés en unos cuantos.