“NO SOMOS IGUALES”, REITERA PRESIDENTA, Y NO DICE NI PIO DE LISTA ENGELS

En un acto de inauguración del tramo de un bulevar en Comayagua, la presidenta Xiomara Castro volvió a sacar su ya célebre frase: “No somos iguales”. Con tono enérgico, aseguró que su gobierno ha hecho más en tres años que el Partido Nacional en 12. Sin embargo, evitó cuidadosamente mencionar el elefante en la sala: la inclusión de dos militantes de su partido, Libertad y Refundación (Libre), en la lista Engel por corrupción, junto a un nacionalista.

El evento, que costó 70 millones de lempiras según la administración, parecía más un mitin político que una inauguración. “Marcamos la diferencia hasta en el rincón más inhóspito”, proclamó Castro, mientras ignoraba convenientemente los nombres de Sonia Dubón y Lourdes Pamela Blanco, ambas señaladas por Estados Unidos. Blanco, por cierto, es esposa del ministro de Gobernación, Tomás Vaquero, pero aquí no se habla de nepotismo, ¿verdad?

La presidenta también aprovechó el momento para expresar su molestia con los opositores del Partido Nacional. “Van a los medios, los entrevistan, saturan las redes sociales, pero ¿qué hicieron en 12 años? Nada”, dijo, indignada, como si los señalamientos contra miembros de su propio partido no estuvieran a un clic de distancia.

Curiosamente, mientras arremetía contra las “entrevistas saturadas”, su propio gobierno desplegaba una estrategia de comunicación en la que funcionarios y aliados de Libre también ocupan espacios mediáticos. Porque, claro, “saturar” es malo… cuando lo hacen los otros.

Castro insistió en que los nacionalistas creen que el pueblo hondureño tiene poca memoria. Sin embargo, pareciera que la memoria también flaquea dentro de Libre, especialmente cuando se trata de reconocer que las prácticas de corrupción no son exclusivas de sus adversarios.

Con cada frase reciclada de indignación, la presidenta dejó claro que “no somos iguales” podría ser un eslogan conveniente, pero que en la práctica, las listas negras, los vínculos cuestionables y las omisiones estratégicas parecen un problema transversal.

Mientras tanto, el pueblo hondureño sigue esperando que las diferencias no sean solo retóricas.

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