NARCOPRESIDENTE: HUMILLACIÓN Y VERGÜENZA NACIONAL

Así como pinta la cosa, tal parece ser que son los gringos los únicos capaces e interesados en más o menos arreglar las cosas en la selva catracha, donde muchos de sus animales andan con las canillas temblorosas tras la sentencia clavada al indómito en Nueva York.

Una sentencia que sería humillante y motivo de vergüenza en cualquier país civilizado, pero que en Honduras se asimiló más bien con tristeza por los partidarios del sentenciado y con júbilo por sus detractores, sin importar que entre ellos haya muchos que, por méritos propios, tarde o temprano podrían correr con la misma suerte.

Y no precisamente por la diligencia de la justicia local, que siempre se arrastra a la sombra de quien mueve los hilos en Presidencial, sino precisamente por los propios gringos, que andan cada vez más azuzados con la idea de erradicar parte de sus males cortándolos de raíz.

Una sentencia, además, que lejos de poner a la animalada a reflexionar, los puso más bien a rebusnar y a rearmarse con argumentos rebuscados para enriquecer su dialéctica, que quedaría al dedillo en cualquier presentación de circo de periferia.

Pero eso es lo que hay y seguirá habiendo, pues no se vislumbra un atisbo de autocrítica por ningún lado. Ese sería un buen primer paso para que los embarrados se reivindiquen y recuerden que, por muy salvaje que sea el ambiente en la selva, el más fuerte tampoco es intocable, sobre todo cuando el domador de las bestias es el Tío Sam.

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