MEL Y SUS MASCOTAS ATERRIZAN EN VENEZUELA

Habiendo hecho los deberes en casa, con la extradición denunciada, la oposición perseguida políticamente y los gringos amenazados con ser echados de Palmerola, José Manuel Zelaya Rosales, líder supremo de la refundación nacional desde la sombra, aterrizó este viernes en Venezuela, junto con todas sus mascotas, para ver consumado un nuevo lustro de narcodictadura de su alero Nicolás Maduro.

Llegó en vuelo privado desde Tegus, para dar sustento a su discurso de austeridad, en compañía de Redondo, su copero; del Perro Amarillo, que lució más raro que un negro con pecas vistiendo saco y chinelas; y del vicecanciller Gerardo Torres, en su condición de tonto útil; todos ellos recibidos allá por el canciller local y la embajadora Scarleth Romero, que, por suerte, desde que la asignaron allá, nos ha eximido de tener que leer sus bochornos en redes sociales.

Y es que la ocasión lo ameritaba, pues de algún modo debía el comandante vaquero dar reciprocidad a los buenos gestos que siempre ha recibido de Maduro, su padrino y financista, que este día programó la farsa de su toma de posesión en Caracas ante un mundo que asiste atónito al ver su proceder en contra de toda la voluntad de un pueblo venezolano que le hizo saber su rechazo en las elecciones de agosto, y al que mantiene con la bota sobre el cuello desde entonces.

Pero al comandante como que todo el runrún montado al rededor se la pela, se la lleva al cine y se la peluquea, ya que mas bien parece disfrutar de ese rol de villano soberbio con el que arrastra a todo su vasallaje a una cita histórica, no ya por su valor histórico para el pueblo venezolano, que es el que a fin de cuentas lo sufre, sino por el bochorno internacional al que somete al pueblo catracho con su sola presencia allá.

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