LUIS SE QUIERE ANIMAR
No por gusto ha andado últimamente Luis Zelaya apareciéndose casi a diario en todos los medios, si es que el hombre lo que anda haciendo es medir sus posibilidades de cara a lanzarse con una hipotética precandidatura con los colorados. Pero antes, dijo, saldrá de gira por el país para “escuchar al liberalismo”.
En otras palabras, lo que no quiere es tirarse a lo bruto a la poza sin antes haber comprobado cómo está de profunda el agua, porque para resolverse sin hacer bien sus cálculos y salir de las internas bien cachimbeado, mejor sigue como hasta ahora, dando lecciones de moralidad para exprimir al máximo su papel de mosquita muerta.
Pero dice él que lo de la gira va con triple intención, pues además de cocer con más tiempo su idea, también quiere consultar a sus correligionarios si están o no de acuerdo con la “imposición de candidaturas ilegales”; y antes que eso, ver si lo que más le conviene es arrimarse a cualquiera de los tres que hasta ahora han levantado la mano, que son Maribel Espinosa, Marlon Lara y Rafael Canales.
Porque en caso de decidir mejor arrimarse, sería a alguno de ese trío, ya que sigue el excandidato embrecado en contra de la posibilidad que su partido permita entrar en contienda a “mapaches”, sin aludir directamente a Nasralla y a Cálix, pues ya se sabe que la cosa va por ellos.
En cualquier caso, el hombre seguirá dando la nota desde un lado o desde el otro, porque si algo se le reconoce es que no sabe estarse quieto, que es lo mínimo que el liberalismo le exige desde la arrastrada que le dieron en las generales del 2017, cuando con su campañita “pan sin sal” acabó poniendo la lápida a un partido que ya estaba en coma y que, aunque le duela, solo podría dar una última batalla si permite finalmente enrolarse a cualquiera de los dos posibles contendientes a los que tanto anda criticando.