LLAMADO A LA HUMILDAD EN TIEMPOS DE SOBERBIA
El cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga dedicó buena parte de su misa del segundo domingo de Adviento a atizar a los líderes “soberbios y arrogantes”, a quienes “a veces da lástima escuchar”, porque lejos de resolver los problemas de la gente, que es a lo que deberían dedicarse, solo se dedican a pavonearse, olvidando que la esencia de un verdadero líder es todo lo contrario.
Su mensaje, repetido un par de veces durante la homilía, hizo que a más de uno le pitaran las orejas, pues muy conocida es la actitud generalizada entre esos pseudo líderes que se camuflan entre la clase política, a la que exhortó a encarrilarse “en el camino del Señor, que es el camino verdadero”.
También exhortó el jefe de la iglesia católica catracha a los feligreses a vivir “una vida plena”, basada en la fe y la esperanza, dejando de lado las distracciones de un mundo en exceso distractor, pues al final de cuentas todos seremos tarde o temprano comida de gusanos y en cambio, si vivimos con sosiego, “Honduras puede ser mejor”.
“Preparar el camino al Señor, hermanas y hermanos, quiere decir: yo no puedo seguir indiferente a un Dios que me ama, a un Dios que me está llamando en este Adviento del dos mil veinticuatro. Esa es la buena noticia del Evangelio: Dios en Cristo te ofrece su amor, te ofrece su vida a todo ser humano sin excepción”, insistió.
Pero se le notó al cardenal que andaba ganas de ajetreo, porque también tuvo palabritas para los medios de comunicación, a los que llamó al orden por andar en plena temporada navideña dándole tanta cuerda a “mensajes pesimistas” que nos impiden “vivir la esperanza y la alegría”.
“Casi siempre los medios de comunicación dicen: esta Navidad va a ser triste porque no habrá tamales, porque no habrá pavo, porque no habrá quién sabe cuántas cosas. No, eso no causa tristeza. Lo único que puede causar tristeza es una Navidad sin Dios, una Navidad sin Cristo. Aunque puedan faltar las cosas materiales, lo que nos da alegría no son las cosas, no son las posesiones”.
En fin, un mensaje que sin duda llevó dedicatoria y que en más de alguno habrá calado, pues es ese el objetivo. Aunque difícil será que lo pongan en práctica, pues ya se sabe que el sentimiento de introspección y conciliación a los catrachos, tanto a los líderes como a los que no, apenas les dura lo que dura la Navidad; luego, otro gallo les vuelve a cantar.