LE ANUNCIAN LAS GOLONDRINAS A JORGE CALIX
Sabrá Dios cuántas horas gastó Fasquelle en esculpir los pormenores de su más reciente artículo de opinión, que palabras más palabras menos, lo que dice en resumen es que no le gusta nadita Jorge Cálix y que es LIBRE la única vía de salvación.
Que entre la media docena de lectores no faltó quien pensara que, de haber sabido que para eso lo mandaron hasta la lejana Seúl, mejor hubiesen enchambado allá a Cesia Sáenz, que por lo menos está buena.
Se quedó a gusto el plenipotenciario embajador con su tiradera, discretamente ventilada a través de un medio de poca monta, donde da rienda suelta a su animadversión hacia quien, con muy poquito, ha sabido desnudar las vergüenzas de su partido desde dentro, como un troyano.
Reprocha Rodolfo Pastor a Jorge su decisión de irse en contravía, poniéndole por esa razón la cruz, por el mero hecho de diferir con las ideas de su partido, que no son otras que las de Mel, por mucho que en ese apartado él se las tire de intelectual y autónomo, condición que, dicho sea de paso, es incompatible con su cargo.
Y tras una extensísima lección de historia refundacional, que se empieza a contar desde lo acontecido en la pijamada del 2009 para acá, concluye él en lo que considera la pata coja de su adverso político, a quien menosprecia por carecer, según dice, de ideas, de carrera empresarial, de capacidad de construir consensos y de espíritu revolucionario.
Una ristra de carencias que asegura es compensadas por Cálix a razón de lo que para él es su verdadero y único don: el de ser un flautista, con su incuestionable capacidad de “distraer y dividir”; olvidando, quizás involuntariamente, que semejante definición también pudiera aplicarse a sus adalides ideológicos, que por cuestión de “autonomía” evita cuestionar.
Todo eso hace creer a Rodolfo que no es Cálix merecedor del perdón de un partido al que además representa como miembro del Tribunal de Honor, que lo orilla a cuestionar solo lo antagónico y siempre con una venda en los ojos, a tal punto que hasta puso en entredicho los ingresos de campaña del disidente, como justificación para sopesar su expulsión.
Todo un análisis, casi tan extenso como sesgado, que da una idea del estrés laboral con que se la debe pasar pelando en el lejano oriente, donde cualquiera pensaría que la cultura local es capaz, por sí sola, de abrir las mentes más cerradas. Aunque ya se ve que la cabra siempre busca el monte.