LA PRESI ARREA A SU GABINETE
La presidenta Xiomara por fin decidió salir de su despacho a enlodar sus botas, aunque con la tormenta Sara habiendo dicho adiós. Se dejó caer ella por uno de los albergues más hechos leña de la capirucha, donde pidió a los barzones de su gabinete de lacayos que ya pueden ir espabilando para encontrar remedios permanentes al cagadal que deja tras de sí cada tormentilla.
Según les dijo, “no es posible que cada año tengamos que salir a atender este tipo de emergencias”, así como tampoco es posible “que por la irresponsabilidad de 12 años tengamos que sufrir lo que estamos sufriendo”, palabras que hicieron respirar aliviados a los presentes, que ya estaban con la preocupación de que no le había echado el clavo ella a la administración pasada.
Y ahí mismo, sin tanta paja, mandó a sus súbditos a ver cómo le hacen para limpiar todo el desmadre por la tormenta y que así la gente pueda volver a sus casas, o a lo que quedó de ellas, porque Sara se dejó venir con todo y dejó un recuerdo imborrable en la vida de muchos que aún siguen malviviendo en los albergues improvisados por la refundación.
Mirando de reojo a sus escoltas el gordito Aldana y Fortín, el de Copeco, les ordenó moverse para que comiencen cuanto antes a definir “dónde empezar a actuar de acuerdo a las condiciones”, y donde pueden ir ya entrando “para dar respuesta a las comunidades”, pues eso de estar abriendo la jeta publicando alertas desde una oficina no va con su estilo, pese a que sí es su estilo.
Y como toda buena zurda, para rematar su discurso echó todo el clavo al cambio climático, que junto con la narcodictadura son los culpables, según ella, de que llueva, y de que cada vez que llueva medio país se agarre el alma con un puño, pues de los trabajos de prevención mejor ni hablar, porque parce ser un tema tabú entre ellos.
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