LA ENAG, BAJO SOSPECHA RAZONABLE
Nada le pide el cuerpo a los de la ENAG (Empresa Nacional de Artes Gráficas), que de repente salieron con la barrabasada de querer imprimir las papeletas para las internas del 9 de marzo, una propuesta que provocó que a muchos de la oposición le pusieran los vellos de punta con solo imaginar a esa institución haciéndose cargo de semejante tarea.
Porque parece que el gobierno refundidor está dispuesto a echar toda la carne en el asador para quedarse con la guayaba, envalentonando a sus instituciones para que adopten un rol aún más activo en los comicios, aunque conferir a la ENAG ese poder sería todas luces antiético, antidemocrático y anti todo lo que a uno se le pueda ocurrir.
Porque solo en sus cabecitas cabe la posibilidad de que poner a la ENAG a hacerse cargo de semejante tarea es un plan que no levantará ronchas, sabiendo que además tienen a su precandidata Rixi comandando la Secretaría de Defensa, que a través del Ejército es la encargada de transportar y custodiar las urnas. Es decir, lo quieren tener todo bien amarrado.
Y no es paja que van en serio, porque ya hasta presentaron una oferta por un valor de más de 12 millones de pesos para ver si con eso les ajusta para ganar la licitación. “Eso es preocupante porque no pueden ser juez y parte en el proceso electoral. Aunque la ley no lo prohíbe, hay un conflicto de interés evidente”, cuestionó el exconsejero electoral, Germán Lobo, cuando se le preguntó.
Toda una trama que tiene la pinta de gato encerrado, ya que dejaría un mal precedente de cara a las generales. ¿A caso alguien se imagina una empresa del Estado, en el contexto actual, imprimiendo las papeletas y el material electoral? No, ni en sueños, porque eso pondría aún más en riesgo la democracia, tan pisoteada en estos tiempos de refundación del país.
En fin, a ver en qué acaba la cosa, porque a todas luces es un acto de provocación, como si no hubiera más imprentas capaces de echarse al lomo el encargo. Y es que todo apunta a que algo turbio se mueve tras bambalinas, quizás por el hecho de que la intención de voto no apunte en la dirección que la refundación quiere o espera. Ya veremos.