JOH CONDENA ELIMINACIÓN DE EXTRADICIÓN
“Soy inocente, pero la injusticia me persigue como si fuera un criminal”, insiste el indomito.
El expresidente Juan Orlando Hernández ha vuelto a escribir, pero esta vez no es una ley para aprobar la extradición o una carta de amor a su esposa. Desde su celda en Nueva York, donde está detenido por narcotráfico Hernández publicó una extensa carta que fue presentada por su fiel escudera, la exprimera dama Ana García de Hernández.
En ella, el exmandatario arremete contra la “injusticia” que, según él, le cayó encima como un mal aguacero, y ahora el Gobierno de Honduras decidió eliminar el tratado de extradición.
“El día que me enteré de que el Gobierno había eliminado la extradición, el peso de la injusticia volvió a golpearme con fuerza”, escribe Hernández, lamentando que la medida estrella de su gobierno —aquella que mantuvo a más de un narcotraficante temblando bajo la cama— fuera eliminada de un plumazo, como si borrar un tuit se tratara. “Retrocedieron todo lo que construimos”, aseguró,
Según él, la historia es clara: aprobar la extradición fue un acto de valentía que los narcos jamás perdonaron, y los “grandes capos” terminaron rindiéndose ante su férrea mano de hierro. O al menos, eso dice él. “¡Por temor a mí! ¿Cómo podría yo ser su aliado?”, se pregunta con indignación en la carta, obviando que muchos de esos “grandes capos” ahora están compartiendo anécdotas con él en Nueva York. ¿Casualidad? Él dice que sí.
Hernández también mencionó un video que fue grabado en 2013 por el narcotraficante Devis Leonel Rivera Maradiaga, en el que, según el expresidente, los criminales discutían cómo las políticas de su gobierno les habían arruinado la fiesta. “Querían que el Partido Libre ganara las elecciones, ¡eso prueba que no soy su aliado!”, afirmó, como si con eso bastara para borrar el pequeño detalle de que la justicia estadounidense parece no estar convencida de su versión de los hechos.
La carta también incluye un llamado urgente a los ciudadanos de ambos países para que investiguen a fondo su caso, con la esperanza de que “la verdad salga a la luz”. Oh, mejor dicho, que alguien encuentre alguna prueba que él mismo aún no ha podido presentar. “El tiempo nos está dando la razón”, insistió Hernández, quien asegura que es inocente y que ha sido víctima de una conspiración digna de película.
Al final, queda claro que si de algo no se puede acusar a Juan Orlando Hernández es de perder el drama. Desde la celda, sigue escribiendo como si aún fuera presidente, convencido de que algún día, quizás en una secuela judicial o en una novela histórica, se revelará su “verdadera” historia de héroe incomprendido. Hasta entonces, seguirá protestando contra la injusticia… entre las cuatro paredes de su celda.