JOH DISPARA CONTRA LIBRE DESDE EL MAMO

El indómito graciano, Juan Orlando Hernández Alvarado, volvió a levantar la mano desde la celda neoyorquina donde cumple condena, mediante una carta abierta en la que disparó a discreción contra los mañosos que lo sucedieron en el cargo y que tanto pecho sacaron cuando se lo llevaron para el norte, pero que al mínimo asomo de peligro en su patio corrieron a eliminar la extradición con los gringos, como haría todo buen culpable.

“La extradición es y debe ser una herramienta clave en la cooperación internacional, siempre que se use de manera justa y no como un instrumento político”, dijo en la misiva, insistiendo en que eso fue justamente la que le aplicaron a él, pese a que a la larga fue un recurso “minimizado y descartado en mi juicio por el juez Castel”.

Y es que, pese a su encierro, dejó claro el expresidente que se mantiene al día con la actualidad catracha, pues en el mismo tono se refirió al narcovideo grabado a Carlón en 2013 y que vio la luz recientemente, el cual demostró, según él, “cómo las medidas tomadas por nuestro gobierno les habían afectado” a los narcos, a quienes “les convenía que el Partido Libre ganara las elecciones”.

En tal sentido, insistió el exmandatario que “nunca he sido ni seré aliado de criminales”, pues por mucho que pataleen sus adversos y por mucho que la justicia gringa le haya clavado 45 años, “soy inocente” y haber aprobado la extradición, pese a que fue una “decisión difícil”, al final “dio resultados”.

El indómito, además, sostiene que el tratado de extradición fue clave durante su gestión, y aunque al final la tortilla se le dio vuelta encima, los números dicen que Honduras dejó de ser “el país más violento del mundo”, pues hasta los propios gringos en su momento le echaron flores por las “medidas efectivas” que afirma haber adoptado.

Pero como mal paga el Diablo a quien bien le sirve, y nunca hay que escupir para arriba para que no le caiga el gargajo en el pecho, las vueltas de la vida se encargaron de encerrarlo a él en el mamo y reemplazarlo en el cargo por otros que, a la mínima oportunidad que tuvieron, sacaron las uñas sin siquiera molestarse en disimular. La narconovela sigue.

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