IGLESIA : MENSAJES PASAJEROS Y FALSOS DAÑAN LA SOCIEDAD
Desde lo alto del púlpito, el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, aprovechó la homilía dominical para lanzar una velada crítica a los “mensajes pasajeros y falsos” que saturan nuestra sociedad.
Y sí, todos pensamos inmediatamente en WhatsApp, redes sociales y quizás alguna que otra promesa política, pero parece que no es tan sencillo como eso.
El líder de la Conferencia Episcopal de Honduras hizo un llamado a escuchar las palabras de Jesús, que al parecer tienen mejor cobertura que cualquier compañía telefónica, y nos recordó los beneficios del Año Jubilar. Entre ellos, la indulgencia plenaria, esa especie de “reset espiritual” que la Iglesia ofrece como promoción divina, cortesía del papa Francisco.
Con un tono solemne, el arzobispo reflexionó que la palabra de Dios “permanece” mientras que la de los humanos es “imperfecta y variable”. Lo que no aclaró es si se refería a las promesas políticas, las cadenas de memes o los contratos de energía. En todo caso, hizo énfasis en que Jesús tiene la palabra de vida eterna, lo cual parece dejar fuera de la competencia a todos los discursos que prometen el paraíso terrenal, pero sin garantías ni devoluciones.
“Con la palabra hacemos memoria del pasado, sostenemos el presente y caminamos hacia el futuro”, parafraseó el prelado. Aunque, si somos honestos, algunos solo usamos nuestras palabras para pedir crédito o que no se acabe el café en la oficina.
Nácher añadió que el consuelo no llega “por la razón de la inteligencia, sino por la caricia de la voz”. Una reflexión que nos hace cuestionar si los anuncios del gobierno deben incluir más poesía y menos tecnicismos, porque de estrategias y esperanza no se está hablando mucho últimamente.
En resumen, el arzobispo dejó claro que la verdadera fuente de esperanza es la fe, no las ofertas de Black Friday, las encuestas políticas ni las palabras pasajeras que van y vienen como los taxis colectivos en hora pico. Y mientras tanto, los hondureños seguimos esperando que alguna palabra —divina o terrestre— nos traiga algo más que promesas.