GUSTAVO SÁNCHEZ NO VE UNA
Al activista ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez Velásquez, le dieron hasta por debajo de la lengua por andar de sobalevas de Libre, degradando a un simple “incidente de violencia común” el navajazo en el pescuezo que un activista de su partido propinó a un cachureco en Langue, Valle, como bien se lo hizo saber la azuleja María Antonieta Mejía, que lo invitó a dejar de andar de sapo en vez de “justificar lo injustificable”.
“En Langue, un hondureño resultó gravemente herido y, en vez de asumir responsabilidad y enfrentar las causas de la inseguridad, su respuesta es desestimar el hecho y atacar a quienes exigen justicia” le restregó en X la precandidata a designada al activista, que en una publicación previa había dicho que el atentado estaba siendo usado “con fines políticos mezquinos por actores acostumbrados a mentir”.
Una valoración que uno esperaría de cualquier pega afiches con tal de cuidar su chambita en el gobierno, pero jamás de un ministro al que se le nota que ha agarrado su cargo de changoneta, pues para él toda gira en torno al resentimiento político de quienes expresan su malestar, y no en torno al malestar propio que genera la inseguridad permitida y justificada por gentuza como él.
Y es que, lejos de condenar el navajazo, no solo él si no también su Policía, han salido en tromba a desviar la atención, atribuyendo a un aislado caso de estado de embriaguez por parte del agresor, en lugar de combatir el hecho como tal para evitar que se repita; una conducta irresponsable, indignante y condenable a partes iguales, que solo puede entenderse por la permisividad de los irresponsables, indignos y condenados que nos gobiernan.