ELECCIONES PRIMARIAS 2025 MÁS ESCEPTICISMO QUE ILUSIÓN

El próximo proceso electoral en Honduras promete ser una verdadera obra maestra del surrealismo político. Con 40,497 aspirantes de los tres mismos partidos de siempre y un cronograma electoral apretado como el presupuesto de un hondureño en quincena, las dudas sobre la transparencia, el financiamiento y la viabilidad de nuevas tecnologías están más vivas que nunca.

El Consejo Nacional Electoral (CNE), que maneja un presupuesto de 2,053 millones de lempiras (porque la democracia no es barata), ha generado controversia con sus compras directas. Hasta el 17 de febrero de 2025, el órgano electoral realizó 63 transacciones, de las cuales 10 fueron adjudicadas sin concurso público. Pero no hay de qué preocuparse, porque la ley lo permite y cuando la ley permite algo, es porque todo está bien, ¿verdad?.

Uno de los escándalos más sonados es la impresión de papeletas, donde la Empresa Nacional de Artes Gráficas (ENAG) fue dejada fuera de la jugada. ¿Para qué usar una empresa estatal cuando podemos hacer negocios con 10 empresas privadas? Eficiencia ante todo.

El premio a la compra más cara se lo lleva la adjudicación del Sistema de Identificación Biométrica y el Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), con un módico costo de 532,115,672.14 lempiras. ¿Y a quién se le dio el contrato? Pues a Smartmatic International Holding B.V., esa empresa que es más mencionada en polémicas electorales que los políticos en escándalos de corrupción.

Por si fuera poco, el proceso electoral también viene aderezado con amenazas y violencia. El 14 de febrero, la consejera Ana Paola Hall denunció que ella y su familia habían recibido amenazas. Porque en Honduras, el amor en San Valentín se expresa con amenazas a los funcionarios públicos. Y otros hechos violentos que lastimosamente han terminado en tragedia y pérdidas de vidas humanas.

A nivel logístico, todo va viento en popa… pero si la popa es un barco a la deriva. Más de 1,700 centros de votación sin energía eléctrica, problemas de conectividad sin soluciones a la vista, y una propaganda electoral tan innovadora como un refrito de telenovela de los años 90. Además, la rendición de cuentas sigue siendo un concepto filosófico, porque la mayoría de los precandidatos han decidido que eso de transparentar gastos es cosa del pasado y se rehúsan a ir al Unidad de Política Limpia.

El CNE ha puesto un techo financiero de 18,900 millones de lempiras para las campañas, distribuidos entre los tres partidos mayoritarios: Partido Libre con 7,015 millones, Partido Liberal con 6,045 millones y Partido Nacional con 5,864 millones. Si con todo ese dinero no logran convencer al votante, al menos deberían regalarnos camisetas y gorritas de mejor calidad. Pero quien sabe porque el fotoshop esta a la orden del día y todos o al menos casi todos han usado esa magia.

En cuanto a los candidatos, no hay mayores sorpresas. En Libre, Rixi Moncada es la candidata de seis movimientos porque, bueno, porque sí. Rasel Tomé, mientras tanto, sigue haciendo su show para hacer la patarata. En el Partido Nacional, todo indica que Nasry Asfura será el candidato, aunque, como decía Chelato Uclés, “nunca se sabe”. Y en el Partido Liberal, la pelea entre Jorge Cálix y Salvador Nasralla definirá si el partido vuelve al poder, si sigue existiendo o si se convierte en una anécdota en los libros de historia.

Así, los hondureños se preparan para ir a las urnas el 9 de marzo con la esperanza de que elijamos al “menos peor”. Algunos dicen “Libre nunca más”, mientras ellos se aferran al poder y los que ahora estan en la llanura sueñan de nuevo con el poder otros dicen “peor es nada”, y todos, en el fondo, hay que ir a votar porque ni modo primero la democracia, aunque no haya un candidato que merezca el beneficio de la duda al final los catrachos se conforman con que gane el menos peor.

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