EL CACHIRO ARRASÓ CON TODOS

Lo del juicio contra Juanchi en Nueva York ya parece un disco rayado, con testimonios de narcos confesos y sentenciados que se desahogan tirando dardos envenenados al expresidente como si no hubiese un mañana, pero sin presentar una sola prueba tangible que dé la estocada final al indómito.

En el sexto día el turno fue para el Cachiro, séptimo testigo de la retahíla que convocó la fiscalía gringa, y que desde el estrado habló largo y tendido sobre los chanchullos que armó durante sus prolijos años mozos, tiempo en el que, entre otras tantas cosas, se bajó a 78 cristianos a punta de bala.

Es decir, testimonio de un narcoasesino que los fiscales pretenden hacer ver como algo irrefutable y que en el camino se llevó de encuentro a varios personajes ilustres de la época de esplendor del juanorlandismo.

La primera en salir a bailar fue la finada Hilda, a quien el Cachiro dizque entregó 250 mil verdes a cambio de inmunidad y unos cuantos contratos turbios con el gobierno con la venia del omnipotente y omnipresente Juanchi.

Relato ya conocido pero igualmente llamativo, como el que embarra también a Fabio, quien según él, le echó una mano para zafarse de los tentáculos de la avorazada Oabi de aquellos días. El favorito, por supuesto, le costó otra costalada de billetes.

También pintó a Pepe, el papá de este último, que ya debe estar más acostumbrado a las narcomenciones que al mismísimo hecho de respirar. Dijo el Cachiro que el exmandatario también fue otro que lo cubrió con su manto protector desde el 2009, que fue cuando dizque lo conoció.

Y así transcurrió la quemadera, citando más y más nombres, casi todos de poca monta, hasta llegar al de Óscar Nájera, diputado cachureco del que dijo tenía certeza de haberlo identificado en una narcofiesta, aunque sin dar más detalles que confirmen algo de lo que no hay pruebas, pero tampoco dudas.

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