DESFILE DE PRADOS Y CINISMO

Una tras otra desfiló las Prados blindadas en el campus de la Pedagógica, en la capirucha, donde al ver semejante despliegue muchos pensaron que se trataba de la visita de algún dignatario internacional; pero no, solo eran los amiguitos de Edgardo Casaña, llegando a bordo de las trocas del Estado para verlo para defender su tesis.

Sí sí, leyó usted bien, esa fue la razón. Porque del discursito de: “vamos a vender las narcoprados” que repitieron como loras indignadas cuando pastaban en la llanura, pasaron cínicamente a utilizarlas para cualquier babosada, como si fuera feria la cosa.

Primero fue Carlón, que llegó con tres; y luego Sarmiento, que igualó el número. Y despuesito otros más, con una o dos, hasta fulear el parqueo y el interior de las instalaciones donde el diputado “Cizaña” cocinaba el asunto.

Así se comportan los honorables, siempre en consonancia con el pueblo al que dicen representar, con la misma delicadeza de quien llegó tarde a la repartición de cerebros, pues solo mentes desamuebladas como las suyas alardearían con semejante despliegue sabiendo que sus representados apenas ajustan para llegar arrastrando la lengua a fin de mes.

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