DESCARO REDONDO
Hay que atribuirle un mérito enorme a Luis Redondo, que en su discurso durante la instalación de la tercera legislatura mantuvo el temple y fue capaz de decir, sin reírse en ningún momento, que en 2023 las horas sesionadas en el Congreso fueron más del doble que las sesionadas en los dos últimos años.
No hubo nadie a su alrededor que lo hiciera entrar en razón, o de recordarle los casi cinco meses durante los que echó la hueva, tiempo en que el Legislativo permaneció cerrado debido a su manifiesta y comprobada incapacidad de lograr acuerdos con nadie.
Se jactó, además, el presidente del Legislativo de haber sobrellevado con éxito el que dijo es el mayor ataque sistemático que ha sufrido el Estado, haciendo alarde de un ejercicio sublime de amnesia selectiva con el que curiosamente pasó por alto su sabotaje, también sistemático, a los medios de comunicación con campañas turbias.
Curioso discurso teniendo en cuenta que el hombre permaneció en su cargo dos años sin contar con los votos que manda la ley, sostenido ahí únicamente por la gracia divina de los adeptos de la refundación, que con el paso del tiempo supieron encontrarle utilidad a su inutilidad.