DE PAÍS DE TRÁNSITO A PRODUCTOR DE COCA

Honduras logró un importante ascenso. De ser un país de tránsito de la droga pasó a ser un “productor industrial de cocaína”. Ya subimos de categoría, ahora le hacemos competencia a Colombia y Bolivia. Vamos bien.

El sitio InSight Crime realizó un documental sobre la producción de cocaína y señala el hecho que Honduras se convirtió en un productor industrial de esa droga al igual que Venezuela y Guatemala: «un hecho preocupante ha sido el establecimiento de plantaciones industriales de coca fuera de los tres cultivadores tradicionales de Colombia, Perú y Bolivia. Venezuela, Guatemala y Honduras han reproducido el sistema de producción de cocaína establecido en Colombia, con campos de coca junto a laboratorios y pistas de aterrizaje o cerca de otros puntos de partida».

Buenas noticias para este año. La publicación destacó que “los precios de la coca se han desplomado en algunas zonas de Colombia en medio de un récord de hectáreas cultivadas. Mientras que los precios mundiales de la cocaína se mantienen estables incluso cuando los traficantes desarrollan nuevos mercados en Asia y las mafias europeas asumen un papel cada vez más importante en el comercio mundial. 2024 será el año en el que la cadena de suministro de cocaína alcance los niveles récord de cultivo de coca”.

Las razones de la caída de los precios de la coca en algunas zonas de Colombia obedecen a tres dinámicas diferentes: el conflicto en las zonas de cultivo, que crea incertidumbre y aleja a los compradores; la saturación de las rutas de contrabando de drogas que salen de Colombia en medio de las elevadas incautaciones, y el crecimiento extraordinariamente rápido del cultivo de coca, con el que las cadenas de suministro han tenido dificultades para seguir el ritmo. Pero creemos que durante 2024 esta brecha se cerrará, y el crimen organizado mundial, especialmente en Colombia y Perú, disfrutará de beneficios hinchados.

Una nueva ronda de combates por el tráfico de cocaína en Colombia se detonó después de que un acuerdo de paz de 2016 condujera a la desmovilización del mayor grupo rebelde del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Las FARC controlaban más de la mitad de los cultivos de coca de Colombia y la producción de base de coca, que posteriormente se cristaliza en cocaína. También constituían una ventanilla única para los traficantes, ya que no solo garantizaban el acceso a la materia prima, sino que protegían los laboratorios de droga, los corredores de circulación interna y los puntos de partida.

Ahora los traficantes tienen que enfrentarse a múltiples facciones beligerantes en zonas que antes dominaban las FARC: los llanos orientales, las selvas del sur y gran parte de la costa del Pacífico. Hoy, múltiples actores criminales se disputan el control, entre ellos los grupos disidentes de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), que tienen sus raíces en el cártel de Medellín de Pablo Escobar. Esta contienda se desarrolla exactamente en el mismo momento en que el gobierno del presidente Gustavo Petro intenta negociar el fin de un conflicto civil de seis décadas.

Mientras un kilogramo de cocaína en Colombia se venda a US$2.000 y alcance hasta US$25.000 en Estados Unidos, US$35.000 en Europa, US$50.000 en Asia y hasta US$100.000 en Australia, el narcotráfico seguirá vibrando y adaptándose a los cambios en las condiciones de la oferta, el transporte y la demanda. Y lo hará rápidamente.

Un hecho preocupante ha sido el establecimiento de plantaciones industriales de coca fuera de los tres cultivadores tradicionales de Colombia, Perú y Bolivia. Venezuela, Guatemala y Honduras han reproducido el sistema de producción de cocaína establecido en Colombia, con campos de coca junto a laboratorios y pistas de aterrizaje o cerca de otros puntos de partida. Aunque todavía está en sus inicios en estas naciones, Colombia ha demostrado que, a pesar de los miles de millones de ayudas estadounidenses destinadas a reducir la producción, una vez que la coca echa raíces es muy difícil de erradicar.

«Ahora se puede cultivar coca fácilmente fuera de los Andes», afirma Uribe, que también es experto en el cultivo de coca. «Los traficantes han cruzado ahora distintas cepas que pueden crecer en condiciones diferentes, con un contenido mucho más alto de alcaloides para obtener más cocaína por hectárea. Centroamérica es ahora un lugar ideal para cultivar coca».

La cocaína ha sido durante mucho tiempo la base del crimen organizado transnacional en América Latina y el Caribe. Aunque la producción de drogas sintéticas, la extracción ilegal de oro, el contrabando y la trata de personas, así como los delitos contra el medio ambiente, reportaron miles de millones a los grupos delictivos en 2023, la cocaína sigue siendo el principal motor de la evolución y los ingresos de la criminalidad. Así pues, cuando esos ingresos por cocaína pueden aumentar en miles de millones de dólares, las amenazas para América Latina y el Caribe son potencialmente muy graves.

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