CURÁNDOSE DE ESPANTOS

No son pocas las voces que andan ya con la mosca detrás de la oreja creyendo que lo de “denunciar el tratado de extradición con los Estados Unidos” ordenado por Xiomara Castro a su canciller es solo una excusa, ideal en tiempo y forma, de curar de espantos a ciertos caudillos de la refundición que con frecuencia han sido mencionados en las narco investigaciones gringas.

“¿La iniciativa y orden que le estás dando al canciller es por proteger a tu marido Mel Zelaya y a tu cuñado Carlón, quienes fueron mencionados en el juicio de New York?”, le preguntó Nasralla en X, una publicación aplaudida y azuzada por unos cuantos usuarios.

Porque no se termina de entender la reacción absurda, desproporcionada y fuera de lugar de la presidenta, pues lo dicho por la embajadora gringa Laura Dogu, que fue lo que dio origen al pleito, no ameritaba una respuesta así de estomacal, a menos que lo sugerido por Nasralla lleve algo de razón.

“Fue bastante sorprendente para mí ver al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor Conjunto sentados al lado de un narcotraficante”, había dicho la diplomática, a razón de la visita de ambos personajes a Venezuela, a donde fueron invitados por la narcodictadura de allá pese a ser acérrimos detractores de la narcodictadura que hubo acá.

Según Xiomara, eso es “injerencia” e “intervencionismo” por parte de los gringos, cuya intención es “dirigir la política de Honduras a través de su Embajada y otros representantes”; pero, “¿Cuál puede ser una razón objetiva para impedir la extradición de nacionales?”, le preguntó al respecto Juan Jiménez Mayor, el exvocero de la MACCIH.

Pregunta que podría tener su respuesta en lo dicho por el cipote analista, Rafa Jerez, que cree que con la reacción de la presi, los refundidores “finalmente se caen las máscaras”; sin embargo, según el otro analista Óscar Estrada, “no importa los malabares que haga el gobierno para defender ese exabrupto de presidencia de denunciar el tratado de extradición”, pues “están solos en ese debate”.

Y es que por mucho que el perrito faldero del canciller haya salido corriendo a recoger la varita diciendo que “el mismo tratado dice que en tantos días o cuantos meses este procedimiento quedará denunciado y quedará extinto”, la cosa tampoco es al molote, pues requiere de un debate como Dios manda en el Congreso, que es donde tendrían que decidir por qué lado masca la iguana. Y ahí, como ya se sabe, siempre hay ambiente, pero para los pleitos.

Share via
Copy link