CUBA ENTRE APAGONES Y ESCASEZ

Los gringos tienen la culpa. La ola de protestas en Cuba por la escasez de alimentos, insumos médicos y los apagones, cada vez va tomando más fuerza y sumando más adeptos. Mientras que el gobierno comunista culpa a Estados Unidos de esta crisis que amenaza con agudizarse.

Nuevo estallido social. Cientos de personas se han manifestado en los últimos días en tres localidades cubanas. Las protestas son unas de las mayores que la isla ha visto desde el estallido social del verano de 2021.

Desde el oriente. Las primeras manifestaciones se iniciaron en Santiago de Cuba, la segunda ciudad del país. Según la prensa independiente de la isla, pronto se sucedieron en otras dos: Bayamo (Granma) y Santa Marta (Matanzas). La española agencia Efe reportó que la primera protesta comenzó con un grupo de madres, al grito de “corriente y comida”, reclamando por la escasez y crisis energética que atraviesa en estos momentos el país caribeño.

Largos apagones. La primera manifestación se llevó a cabo el domingo 17 de marzo, pero otras continuaron los días siguientes, especialmente durante los largos apagones diarios que en las últimas semanas se han sucedido en la isla.

El gobierno de Cuba culpa a EEUU. Según los medios estatales, el Gobierno cubano atribuye las protestas a un intento de desestabilización por parte de Estados Unidos, algo que la embajada ha rechazado. Las protestas han continuado pese a las promesas del presidente Díaz Canel de “atender a los reclamos de la población”.

La situación para la población está en el límite. Los cortes y la escasez son consecuencia de la crisis económica que atraviesa Cuba tras la pandemia y la caída del turismo, así como varios años de deterioros en las termoeléctricas que sostienen el suministro y la falta de combustible.

Sistema de salud en problemas. Además de apagones y escasez, los cubanos se enfrentan a un deterioro en el sistema público de salud, con escasez de material sanitario y personal médico, según denuncian medios independientes en la isla.

Todos estos elementos se conjugan en una desigualdad profunda. Al cambio informal, los jubilados reciben 6 dólares al mes y los trabajadores estatales unos 14, mientras que un cartón de huevos puede rondar los 8. En un sistema que aspira al socialismo, la sensación es que sí hay clases más favorecidas y otras que sufren la precariedad.

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