CORRUPTOS SON LAS ESTRELLAS DEL ESPECTÁCULO
El reconocido sacerdote y activista social, padre Ismael Moreno, ha vuelto a sacudir las conciencias con una afirmación que, lejos de sorprender, confirma una realidad que muchos prefieren ignorar.
“Un ejemplo de degradación de la sociedad es cuando todo el mundo sabe que fulano, mengano y zutano, sus amistades y correligionarios están metidos hasta el tuétano en asuntos turbios o se han enriquecido o han vivido a costa del Estado, violando leyes. Y así recibe nuestros votos”, expresó con la contundencia que lo caracteriza.
En otras palabras, el pueblo hondureño ya no vota por políticos, sino por celebridades del crimen organizado. Mientras algunos se quiebran el lomo trabajando, otros convierten el erario público en su alcancía personal y, para rematar, son aplaudidos en cada mitin como si fueran héroes de la nación.
Los electores, según la lógica del padre Moreno, parecen ser fanáticos incondicionales de políticos corruptos. No importa si los candidatos han saqueado el país, desmantelado instituciones o convertido el Congreso en un mercado persa de favores; al final, los mismos nombres aparecen en la papeleta y, como por arte de magia o tal vez de bolsas solidarias, siguen ahí tranquilos en sus curules.
Algunos analistas sostienen que el problema no es solo de los políticos, sino de la sociedad que los sigue premiando con su voto. Tal vez, en Honduras, la corrupción dejó de ser un escándalo y se convirtió en un requisito para hacer carrera en la política.
Mientras tanto, los ciudadanos seguirán quejándose en redes sociales, indignándose en reuniones familiares y renegando en los autobuses. Eso sí, cuando lleguen las elecciones, correrán a votar por los mismos de siempre, no vaya a ser que el cambio les arruine la costumbre