CORRUPCIÓN: CÁNCER CON METÁSTASIS EN EL TRIÁNGULO NORTE
Ummm vaya ¡Qué sorpresa! Otro estudio confirmando lo que ya todos sabíamos: la corrupción en Honduras, Guatemala y El Salvador no solo está incrustada, sino que parece tener raíces más profundas que un ceibo.
El informe del FOSDEH, junto a Cristosal y Acción Ciudadana, nos recuerda que, en esta región, si no es el narcotráfico, es la administración pública quien se lleva el premio a mejor actor de una tragedia democrática.
El documento, titulado con optimismo casi poético “33 años de Corrupción en el Triángulo Norte de Centroamérica: Acciones que Vienen” , analiza cómo la corrupción se ha convertido en un deporte nacional para gobiernos de todos los colores unos más aprovechados que otros, pero compiten por quien roba más.
Los hallazgos son alarmantes: pérdidas de 3,500 millones de dólares en Honduras, dinero que, de no haber sido tragado por el agujero negro de la impunidad, podría haberse invertido en hospitales sin goteras, escuelas sin grietas y carreteras sin cráteres. Pero claro, ¿quién quiere progreso cuando puedes tener mansiones y yates financiados por la -creatividad administrativa que les sobra a la mayoría de los políticos y algunos empresarios-
El estudio no se detiene ahí. También señala que el narcotráfico es el socio VIP de la corrupción, financiando campañas políticas y dirigiendo instituciones públicas desde la sombra. Básicamente, han transformado el Triángulo Norte en una farsa donde el crimen organizado lleva el libreto, y los gobiernos son los actores secundarios que siempre dicen sí, jefe.
Por si fuera poco, la corrupción no solo vive en las oficinas del gobierno; También está en el ADN cultural. Aquí, aceptar el soborno es tan común como pedir fiado en la pulpería. La ciudadanía, entre resignada y anestesiada, parece haberse acostumbrado a vivir en un ciclo donde el cambio es solo una palabra bonita en discursos y campañas.
Pero tranquilos, que no panda el cunico que hay propuestas para reformas en el informe. Aunque, siendo realistas, esas “propuestas concretas” probablemente terminen archivadas en la misma gaveta que los sueños de justicia social y transparencia, justo al lado de los documentos extraviados de casos emblemáticos.
En resumen, la corrupción en el Triángulo Norte es como un cáncer: agresivo, invasivo y, aparentemente, incurable. Pero, como siempre, seguimos esperando la quimioterapia del cambio… mientras nos inyectan más de lo mismo.