CON LAS OREJAS DE PUNTA
Andan avispas los distintos sectores de la sociedad catracha por culpa de la mala reputación del gobierno refundidor, que según algunos habría sacado su repertorio de malas mañas para, sin permiso ni autorización legal, andar grabando las llamadas telefónicas tanto de los opositores como también de aquellos que se supone son fieles a su causa.
Esto ha provocado que muchos anden ya “pianitos”, con temor hasta de dar rienda suelta al “nopor” en sus dispositivos, pues según ellos, tendría el gobierno refundidor el poder de la omnipresencia a través de las redes sociales y las líneas telefónicas, de donde extrae material selecto para luego filtrarlo y desvalijar la reputación de las lenguas largas.
No se trata de un nuevo temor desbloqueado, porque desde el año pasado andan ellos con la bulla de aprobarlo vía Congreso, donde ya evacuaron dos de los tres debates que manda la ley y nada más está a la espera de ser aprobado con 65 votos, que no es una cifra inalcanzable teniendo en cuenta cómo corre el agua en el Legislativo de Redondo.
Aun así, la gente anda “cacahuate”, rumorando que desde las altas esferas no han querido aguantarse hasta una hipotética aprobación legislativa de la denominada “Ley de escuchas”, pues temen que el oficialismo ya habría puesto a funcionar su maquinaria, y prueba de ello serían los acontecimientos recientes que involucran a ciertos personajes de relumbrón.
Acontecimientos que tienen que ver con la filtración de la llamada sostenida bajo bajo entre “le ministre” de Sedesol, José Carlos Cardona; y Tomás Vaquero, el de Gobernación, que dizque en confianza estuvieron hablando cháchara sobre los líos internos de Libre y su frustración por la falta de control y disciplina con el show que montó en el Ministerio Público Marlon Ochoa, el de Finanzas.
Una Ley de escuchas que, según los más conspiranoicos, podría ser utilizada también para contarle las canas a los periodistas, por lo que piden a los honorablísimos diputados leer y revisar bien los términos del asunto antes de levantar la manito desde su curul, pues podrían estar violentando los derechos constitucionales de la catrachada.