COLECTIVOS MANDAN EN SESAL
Da la impresión de que en la Honduras de estos días los colectivos mandan más que algunos altos mandos de la refundación, pues muy capaces son de quitar y poner antojadizamente a sus consentidos en puestos clave, valiéndoles chancleta aquello de la meritocracia.
Sus más recientes jugadas las hicieron en El Tórax, donde acabaron imponiendo a uno de sus consentidos, y en el San Felipe, quitando al que por méritos había ocupado el puesto de jefe los últimos años. Apenas dos ejemplos de su avergonzante poder.
Basta con ser tachado caprichosamente de una lista, ideada previamente por alguna mente macabra, para que las hordas de recalcitrantes redundadores se planten ante la institución de turno a exigir lo que les dé la gana, sin más argumento que el “mapachismo” o el “no like”.
La situación se vuelve especialmente crítica en la Sesal, donde el protocolo manda imperativamente ocupar los puestos con gente capaz, un requisito, sin embargo, no vinculante para los estridentes activistas.
Y bajo esa especie de aberrante ley marcial han pasado ya dos años de mandato refundacional, en los que los dichosos colectivos han dado sobrada muestra de su beligerancia sin que una sola voz se haya alzado en su contra desde Presidencial, cínicamente conscientes quizás, de que cualquier disonancia puede repercutirles en las urnas.