CNDS SALVADORES DEL BOSQUE
En una reunión que seguramente pasará a los anales de la historia como la cúspide del despilfarro planificado, el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad (CNDS) se congregó en el fuerte Mocorón, en Puerto Lempira, Gracias a Dios, para declarar una emergencia ambiental y asignar la módica suma de 19 mil millones de lempiras a la protección del bosque.
Seguramente sea una “solución mágica” lanzar una montaña de dinero al problema, crecerán los bosques y se apagará el fuego.
Pero el objetivo noble de la emergencia es lograr “cero deforestación para 2029,” el CNDS decidió que lo mejor era imponer la emergencia ambiental en los bosques de Honduras y destinar una cuantiosa inversión en etapas.
Comenzarán con 1 mil millones de lempiras en 2024, y escalarán la cifra anualmente hasta llegar a los monumentales 8 mil millones en 2028.
Para supervisar esta epopeya financiera, se ha autorizado la creación de la Comisión para la Cero Deforestación a 2029, presidida por la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente, con el Instituto de Conservación Forestal como secretario.
Entre sus 17 resoluciones, el CNDS también ha instruido al Ministerio Público a investigar las actividades criminales que atentan contra nuestros preciados bosques. En palabras de Medina, “Gran parte de la agricultura migratoria, ganadería extensiva, siembra de plantaciones de droga que se da en la zona tiene su origen en el lavado de activos y crimen organizado.” Ah, nada como un buen discurso para recordarnos que el verdadero enemigo siempre es otro.
También aprobaron establecer control en las carreteras utilizadas para cometer delitos ambientales. El Ministerio Público tiene solo siete días para presentar un informe y liderar la operación para asegurar el control territorial.
Para coronar este espectáculo, la Policía Militar del Orden Público procederá al decomiso inmediato y la destrucción de maquinaria que depreda bosques, ríos, montañas y áreas protegidas.
Así, el CNDS nos presenta su audaz plan, donde la salvación del bosque no depende de cambiar prácticas locales o fomentar la conciencia ambiental, sino de arrojar dinero a diestra y siniestra mientras se promete la luna y las estrellas.