CNA Y SU TABLA 10 MANDAMIENTOS CONTRA LA CORRUPCIÓN

 

En el marco del Día Internacional contra la Corrupción, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) decidió regalarle a Honduras sus propias tablas de la ley: los “10 mandamientos contra la corrupción”.

 Con un toque de solemnidad, pero sin garantía de aplicación, el organismo presentó un decálogo que invita a funcionarios y ciudadanos a reflexionar sobre cómo no ser corruptos (como si nadie supiera ya que no deberían serlo).

Entre las perlas del decálogo se encuentra el primer mandamiento: “Respetarás la Constitución de la República”, una recomendación que en la práctica parece tener la vida útil de una taza de café en el Congreso Nacional. Otro mandamiento insta a “no confabularte con particulares para defraudar al Estado”, lo que seguramente será leído como una sátira por quienes hacen su agosto durante los procesos de contratación pública.

El CNA tampoco escatimó en recordar que “serás un funcionario honesto, probo y ético”, algo que, en un país donde el nepotismo y las alianzas con el crimen organizado son casi requisitos curriculares, podría sonar más a ciencia ficción que a norma.

El décimo mandamiento, un toque de optimismo, propone que si un funcionario enfrenta conflictos de interés, debe renunciar a su cargo. Pero, siendo realistas, el problema no es si renuncian, sino qué mansión construyen con lo que acumularon antes de hacerlo.

Como era de esperarse, el CNA también pidió cumplir cabalmente con las normativas para garantizar el bienestar económico y social de los habitantes, una frase tan llena de buenas intenciones como vacía de mecanismos de cumplimiento.

“La corrupción no es solo un mal sistémico; es el principal obstáculo para el desarrollo y la justicia en nuestra nación”, destacó el CNA, una reflexión tan cierta como obvia. Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo si estas tablas grabadas en tinta y redes sociales generarán más likes que cambios reales.

Por ahora, el país sigue esperando que los mandamientos no se queden como un recordatorio anual, sino como un compromiso diario, aunque, siendo honestos, esperar milagros en este ámbito siempre parece demasiado optimista.

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