CADENA NACIONAL: SHOW DEL PODER
En tiempos pasados, una cadena nacional solía ser un espacio solemne, reservado para abordar emergencias nacionales o casos de verdadero interés público. ¿Un huracán? Cadena nacional. ¿Un terremoto? Cadena nacional. ¿Un golpe de Estado? Pues claro, ¡cadena nacional! Pero ahora, con la “refundación” en pleno apogeo, parece que cualquier excusa es buena para interrumpir la telenovela o el partido de fútbol, porque no hay mejor escenario para consumir política que los hogares de los hondureños, a los que dejan sin opción de cambiar canal.
Pero esta vez, el fiscal general, Johel Zelaya, y su fiel escudero, el jefe de la UFERCO, Luis Javier Santos, se valieron del momento para anunciar con toda la pompa que ameritaba el caso el lanzamiento de su cruzada personal contra el exalcalde capitalino y precandidato presidencial cachureco, Papi a la Orden.
“La investigación iniciada desde el año 2019 contra el exalcalde Nasry Juan Asfura Zablah, quien por ocho años estuvo al frente de la municipalidad del Distrito Central, reveló la comisión de delitos que están plenamente probados”, dijo Zelaya, con voz firme, como si los hondureños estuvieran al borde del asiento esperando escuchar los pormenores de su lucha contra el mal.
Zelaya, que parecía haberse inspirado en los monólogos de villanos de películas de acción, proclamó además que su misión es luchar “contra quienes estén involucrados en redes de corrupción, crimen organizado, narcotráfico y saqueo al erario público”. ¡Vaya lista de enemigos! Pero lo mejor vino después, cuando, cual héroe resucitado, dijo que había decidido retomar los casos a medio palo que dejó la difunta MACCIH. ¡Ah, la nostalgia!
Se refirió él con el anuncio al sesgado proceso de investigación con el que le contarán las costillas a todos los funcionarios y exfuncionarios que, de un modo u otro, “dejaron una estela de dolor y sangre” provocada por sus presuntas fechorías, declarando culpables a sus supuestos protagonistas, a quienes olvidó concederle el derecho a la presunción de inocencia, porque ahí mismo, sin ser juez, los declaró él culpables.
Y así fluyó la cadena nacional donde sin duda el protagonista absoluto fue él, con su aura de verdugo autoproclamado que huele la sangre para satisfacer su ego, aún y cuando eso suponga salir también en busca de zancadillear la libertad de expresión y de prensa, pues disimuladamente sus intenciones también se encaminan a guillotinar a los del “Caso Hermes”, a quienes tampoco necesitará concederles un juicio previo para declararlos culpables con la sola prueba de su sesgo.
Pero bien, que acto seguido fue el turno de Luis Javier Santos, con su capa imaginaria ondeando en el aire, quien respaldó el sesgado mensaje de su jefe, insistiendo en que la corrupción público-privada nos ha robado el presente, el futuro y hasta el wifi. Eso sí, se olvidó de mencionar que mientras ellos luchaban contra las sombras, la cadena nacional ya perdió su encanto.
Con el auge de las plataformas digitales, ¿quién se entera hoy en día de estas epopeyas judiciales transmitidas en horario estelar? Ni los noticieros se molestan en hacer eco de estos mensajes, porque al parecer, la justicia en cadena ya no es tendencia.
Así que, mientras los fiscales se pavonean en pantalla, los hondureños simplemente siguen adelante con su vida. Porque después de todo, la cadena nacional se ha convertido en ese molesto anuncio que ya nadie mira, pero que los políticos insisten en usar para convencernos de que, esta vez, ahora sí, la justicia está al alcance. ¡Qué espectáculo!