APUESTA TEMERARIA AL RESPALDAR A MADURO

Más allá del bochorno de haber validado la farsa del narcodictador Nicolás Maduro enviando a Venezuela una comitiva refundacional a su toma de posesión, y de los esperpénticos atuendos con que llegaron a Caracas los emisarios Mel, Redondo y el Perro Amarillo, el significado real de la visita es uno que sin dunda puede traer consecuencias ciertamente nefastas para los intereses catrachos.

Y es que la presencia de los tres mosqueteros, y el vicecanciller Gerardo Torres, supuso darle el visto bueno a cinco años más de mandato a un dictador descarado y despiadado que se sostiene en el cargo a puros fraudes y represión contra su propio pueblo, que por cierto lo detesta; y eso es algo que los gringos vigilan con lupa desde el norte, al igual que las relaciones conscientemente tensadas por el Ejecutivo a razón de haber denunciado el tratado de extradición y de haberlos amenazado con echarlos de Palmerola.

Se trata de una visita que, además, alinea definitivamente al gobierno castrozelayista con las otras cruentas dictaduras de la región, llámese Cuba y Nicaragua, únicas dos en el mundo que enviaron a sus jefes de Estado, Díaz Canel y Daniel Ortega, como representantes a la ceremonia, pese a que fue un acto a todas luces ilegal, sustentado con horror y con la sangre de un pueblo venezolano que aun así no se cansa de luchar por su libertad.

Ni falta hace decir que Maduro es, sin lugar a dudas, enemigo jugado del imperio; un enemigo que sin embargo y pese a los riesgos, se puede dar el lujo de ser, pues sus inestimables yacimientos de oro negro y gas son una baza suficiente para sentar en la mesa al tío Sam y dialogar con él; algo que definitivamente no puede ni podría hacer Honduras y pese a lo cual, sus dirigentes actuales insisten en llevar las relaciones por el filo de una navaja.

No por nada el imperio acaba de aumentar a 25 mil billetes verdes la recompensa a quien capture o propicie la caída del narcodictador; lo que significa intrínsecamente que el envío allá de los tres mosqueteros puede resultar siendo un mal cálculo, ya que si bien es cierto no quisieron exponer a Xiomara, sí lo hicieron con el propio Mel, que es el que de verdad manda, y de Redondo, en su condición de cabecilla del Poder Legislativo.

Y mientras el comandante vaquero presta simbólicamente su sombrero al narcodictador, las otras grandes potencias, Rusia y China, siguen expectantes ante lo que pudiera desencadenar el pronto regreso de Trump al poder, que se dice dispuesto a desamarrar los nudos que obstaculizan la paz mundial, entre ellos el que hay en Venezuela.

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