AÑO NEGRO Y REDONDO PARA EL CONGRESO

Lo de la no aprobación a finales de diciembre del presupuesto refundacional de la República para el 2025 fue nada más la cereza del pastel para un Congreso Nacional que bajo la batuta de Luis Redondo Guifarro volvió a sacar lo peor de sí en 2024, año en que el 72% de los proyectos de ley presentados en la cámara quedaron engavetados y apenas 120 fueron sometidos a debate.

Todo ello cubierto por la alargada y dañina sombra de la ingobernabilidad, encarnada en la inútil figura de un señor del bombo que por tercer año consecutivo de su ilegal mandato demostró una incapacidad fuera de toda duda al momento de lograr los consensos necesarios que permitiesen desencallar la situación, cuyos efectos nocivos repercutieron a fin de cuentas en la pobre catrachada.

Y es que fue un año nefasto para los intereses del país, pues estos quedaron indisimuladamente opacados por los intereses políticos que poco a poco fue demandando la sesgada y polarizada campaña electoral; muestra de ello fue la asistencia promedio a sesiones, que se situó en un 73%; es decir, apenas 64 de 97 posibles días trabajados por los diputados; lo que equivale a 242 horas, con un costo de 4,381 pesos por hora.

Con semejante historial y bajo la chabacana gestión de Redondo, el actual Legislativo pasó a ser uno de los más apaleados de la historia, no solo por la nula capacidad de su titular para lograr consensos, sino también por la escasa transparencia que hubo en el manejo del billete, pues solo en “subvenciones” a sus sobalevas, el honorable diputado presidente desvió más de 315 millones de pesos que ni siquiera fueron liquidados por quienes accedieron a ellos.

Y qué decir de los 106 millones más que desembolsó el rechoncho a pagar el sueldo y los honorarios de una tropa de dizque asesores, asistentes y “servicios profesionales” entre los meses de enero y octubre, pese a que en ese lapso de tiempo apenas se aprobaron en la cámara legislativa 93 proyectos de ley. O sea, nada.

Tampoco hay que olvidar que el 68% de esos pseudo asesores se volaron durante ese breve periodo de tiempo un sueldazo de entre 31 mil y 60 mil pesos por cabeza; mientras un 27% de ellos se embolsó entre 15 mil y 30 mil pesos mensuales, y el 5% restante, un salario que anduvo entre las 61 mil y 100 mil maracandacas. Nada mal para no haber hecho nada.

Estamos hablando de un descalabro mayúsculo que, para más inri, lejos está de revertirse, porque a medida se fueron acercando las elecciones, las malas prácticas de Redondo y sus secuaces fueron yendo a peor, pese a que, a mediados de año, sin querer queriendo se quitaron la carga de su vicepresidente Carlón, forzado a renunciar tras destapársele sus narcovínculos del pasado.

Llegados a este punto, no hay que olvidar que tampoco se aprobaron ahí las leyes que permitiesen la llegada de la tan prometida CICIH, pues entre paja y paja cumplió su tercer año sin llegar, pese a que con ello Redondo y sus amos de Presidencial es que llegaron a donde están.

Y ese fue el mejor reflejo de la inexistente independencia de ese poder del Estado respecto al Ejecutivo, que es donde realmente se dictaron las órdenes, lo que sin duda convirtió al Legislativo en un apéndice del castrozelayismo, que supo recompensar los rastreros servicios de Redondo al concederle una casilla privilegiada en la planilla de la refundación en Cortés.

En fin, que la lista de chambonadas, pese a lo larga que es, aún tiene cuerda para seguir jalando, pues ya se sabe que las mañas no son cosas que se quiten de un día para otro, y en vista de que 2025 será el año más electoral de todos, nada invita al optimismo de creer que la situación vaya a mejorar, pues entre una cosa y la otra Redondo seguirá saltando para sortear como buenamente pueda los obstáculos que se le presenten, y no necesariamente de manera legal, como ya es costumbre en él.

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