ANA CALIENTA MOTORES EN CORTÉS

Anduvo encendida la exprimera lady en su gira por Cortés, territorio ancestralmente anticachureco, moviéndose de ciudad en ciudad y patuleando las calles de allá para acá, sintiéndose capaz de hacer reverdecer la hierba allá por donde pasa.

Juró Ana con su mano en el pecho y su mirada en el cielo, que es ella la destinada a abanderar el cambio, aunque represente lo mismito que su marido, pues asegura que los arrepentidos se cuentan por miles y todos confiesan su deseo de verla agarrando la guayaba.

Pero más allá de toda la casaca propagandística, lo cierto es que, en el Puerto, dos de los azules que andaban buscando la guayaba local decidieron poner fin a sus diferencias y apechugar conjuntamente bajo el ala protectora de García Carías, con la que esperan alzar vuelo porque soñar sigue siendo gratis.

Pero también se dejó caer ella en Villanueva, donde azuzó a su militancia, agrupada alrededor de su cacique local, un abogado como de la quinta edad que quizás ve en ella la oportunidad de olvidar sus aburridos años de jubilación.

Todo ello con la venia de “Coqui” Alvarado, reconocido perro guardián del juanorlandismo, a quien Anita encomendó la tarea de comandar a sus huestes departamentales para ver si logran hacer el milagrito, que sería aún más sorprendente que el de librar al indómito de comerse la perpetua en el norte.

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