EXDIPUTADO NAVARRO AMENAZA A MAESTRO

No aprovechó Miguel Navarro para recapacitar durante el tiempo que se voló en el mamo, a donde fue llevado meses atrás por dizque haberse quebrado a un subcoordinador del PNRP, institución que él mismo comandaba. Envalentonado por el respaldo de sus padrinos Mel, Carlón y Sarmiento, quienes fueron los que lo sacaron del mamo, sigue el exdiputado refundidor ensañándose con los más débiles, como el director de una escuela olanchana al que lo más bonito que dijo fue “traicionero” y desleal”, y todo por querer implementar éste las buenas prácticas en ese centro educativo.

“Si usted es inteligente, le doy un consejo: váyase de ahí”, le dijo, al más puro estilo Pablo Escobar Gaviria. No por nada ostenta él un currículum que sería la envidia de muchos en el mismísimo Cartel de Medellín, con dos sobreseimientos provisionales por asuntos tan pasajeros como el asesinato y la violación.

Su nueva víctima es el profesor Joaquín Fúnez, director de una escuela llamada “Isis Xiomara Castro”, ubicada en Patuca; un nombre que ya de por sí invita a salir corriendo de ahí. Pues bien, todo el macaneo se supo tras la filtración de un audio donde se escucha a Navarro (al que su partido premió, además de sacarlo del mamo, con un puesto de paracaidista en la ENEE), arremetiendo sin tapujos contra el catedrático: “Sígame calentando las pelotas, pedazo de pendejo”.

Según el exconvicto dirigente de la refundación, el profesor, a quien se jacta de haber enchambado en esa escuela, se convirtió ya en “un enemigo de nosotros en Patuca”, diciéndoselo con claro acento mafioso que lo único que recibió a cambio por parte de Fúnez fue un: “yo estoy trabajando con estándares educativos, no con chismes de lavadero”, pues no entiende el enojo del alunado refundidor.

Y es que el alunado se agarra de esos chismes que le hacen llegar para topar a Fúnez, a quien además acusa de demostrar una actitud “peor que la de los cachurecos”, dándole ahí mismo una lección de moralidad: “tenga vergüenza, tenga dignidad, tenga principios”, que, viniendo de él, lo mínimo que debió haber hecho el director hubiese sido echarse su par de carcajadas.

En fin, que parece que allá en Patuca solo hay espacio para quienes se amolden sin rechistar a la voluntad de Navarro, que no es precisamente un conciliador, quienes según él deberían estarle eternamente agradecidos por su “apoyo”, al tiempo que lamentó que ya se lo “llevó putas”, por tener que estar “luchando con esos hijos de puta”, en referencia a los cachurecos del pasado, ya que también, según él, “encima llevo yo a otros pendejos que también van a unirse a joder”.

Sin duda, se trata éste de un episodio de pelea de mercado, que subraya la intrincada y a veces surrealista trama que subyace bajo el tapete de la política catracha, donde la lealtad se mide en favores y la disidencia se paga con amenazas veladas. Y es ahí donde Navarro se mueve como pez en al agua, por lo que hacer caso a su amenaza de “si es inteligente, váyase” no es un acto de cobardía, sino de sentido común y dignidad, algo que Navarro suele recomendar pese a desconocerla.

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