A RIXI LE TOCÓ PONERSE SERIA
Vestidita de negro y con Roosevelt Hernández cuadrándosele con riguroso saludo marcial en la mera entrada llegó Rixi Ramona al velorio de Darwin Roberto Lobo, el militar caído en batalla contra los malandros esta madrugada en una colonia de la capirucha. Llegó ella con un acuerdo de duelo el cual entregó a una familia doliente a la que pidió recibirlo “con afecto”, pues es la primera vez que le toca como ministra.
Pero solo como ministra, porque ahí mismo se encargó ella de apropiarse del protagonismo de la velada, recordando las veces que dizque se jugó el pellejo cuando fue jueza, allá por los años mil seiscientos, porque tal y como se encargó de recordar, “siempre es un altísimo riesgo para los funcionarios públicos” eso de tener que talonear a los criminales de bajo, mediano y alto rango.
Y es que con esas palabras poco a poco fue ella allanándose el camino para meter la infaltable puyita de la narcodictadura, que para ella y los de su estirpe es la culpable hasta de las tormentas que caen y las que no, pues recordando su deber “como funcionaria de un gobierno que combate el crimen de frente”, reconoce la dificultad de hacerlo con buen tino, ya que “en tres años, reconstruir el Estado que se volvió protector de las organizaciones criminales es mucho más difícil”.
Porque según ella, desde que la nombraron ministra para levantarle el perfil político de cara a las votaciones del otro año, su labor al frente de la secretaría de Defensa ha sido una belleza, con unos resultados que “de alguna manera evidencian el avance que se ha tenido”, aunque no se los mire por ningún lado.