EL PRIMO ARREPENTIDO

El que no arriesga, no gana. A eso parece haberse aferrado Mauricio Hernández en Nueva York, el chepo depurando que está preso allá por narco, al igual que sus primos, los inigualables Tony y Juanchi. Pues resulta que el hombre envió una carta manuscrita al juez Castel, para pedirle que lo saque del mamo porque está “arrepentido”. Casi nada.

Cabe mencionar que a la solicitud lo único que le faltó fue pedir una porción de pollo, porque palabra por palabra la misiva es quizás la mayor obra de cinismo carcelario desde que Al Capone juró su inocencia poniendo la diestra sobre la Biblia. “Gracias por la oportunidad que me brinda de poder expresar mi arrepentimiento, mi vergüenza y reconocer mi responsabilidad en los actos cometidos”, le comenzó diciendo.

Y es que dice Mauri que todo el tiempo que lleva guardado en el mamo, desde donde tuvo que digerir la muerte de su mamá y la de uno de sus hermanos, lo han reconvertido en un ángel de paz que merece toda la piedad habida y por haber, pues para él, eso es suficiente para ser beneficiado con la “oportunidad de obtener mi libertad”. Que en ese punto de la carta a Castel le debió dar, mínimo, un empacho.

Jura además Mauri que, en caso de que a Castel se le ablande la mano y lo saque del mamo, nunca más piensoma cometer delitos “que ofendan a los Estados Unidos”; un argumento por el que el Chapo Guzmán debe estar arrancándose los pelos por no habérsele ocurrido antes.

Pero bueno, al menos el hombre lo intentó. Y al menos tiene la decencia de reconocer su culpabilidad. Aunque deberían sus apoderados llamarlo al orden para que no sea tan dundo. Aun así, son gestos que bien hubiesen tenido en consideración sus primos, sobre todo el mayor, a quien, por andar de vivo, el 26 lo más probable es que le canten la perpetua.

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