CUESTIÓN DE POLÍTICA
Ya salió el primer lacayo del oficialismo refundacional a reconocer claro y pelado que las últimas embestidas pseudo legales del castrozelayismo contra Jorge Cálix a través del IP obedecen meramente a un “tema político” para “hacerle daño” y no a acciones encaminadas a hacer justicia, como lo han querido hacer ver. Así lo soltó “le ministre” de Sedesol, José Carlos Cardona, a quien se agradece su sinceridad pese a que lo dijo, según él, en confianza vía llamada telefónica a Tomás Vaquero, el de Gobernación.
En el audio en cuestión reconoce “le ministre” lo que medio mundo ya sabe, pero nadie se atreve a decir en público. Aunque de poco le sirvió la cautela, porque de todos modos le salió guaya cuando le sacaron a pasear los pormenores de la conversación en las redes sociales. “Ellos, por tirárselas de superhéroes salen con estas pendejadas”, se le escucha decir, refiriéndose al ministro de Finanzas, Marlon Ochoa, y sus secuaces.
Y es que todo viene a razón del show montado el otro día por Ochoa en el Ministerio Público, donde llegó con una volquetada de pruebas que, según él, evidencian las mandracadas de Cálix al frente del IP. Algo que al parecer no gustó a Cardona ni a Vaquero, a tal punto que hasta andan ya meditando echar el culo al charral y renunciar. “Yo tengo una vida que vivir después de la política, no tengo pisto ni para un abogado”, dijo, además, pues al parecer no quiere clavos de ningún tipo cuando vuelva a la llanura.
Pero lejos del chambre, sobrevuela en el ambiente los cuestionamientos que se derivan por el rol desempeñado por el Ministerio Público en toda la trama telenovelesca, pues en son de paja deja ver Cardona que la institución del fiscal Johel Zelaya actúa conforme a según quién lo ordene y persigue el delito solo por cuestiones políticas partidarias.
En resumen, que por andar de lengua larga a “le ministre” se le viene clavo cuando menos lo esperaba, y a los jerarcas del ala oficialista de la refundación se les vuelve a caer el discursito que han estado sosteniendo a fuerza de mentiras, pues ya ni sus propios achines son capaces de guardar sus oscuros secretos. Qué gente.