EDUCACIÓN PONE FRENO A SHIN

Una verdadera grosería lo que andan haciendo los de la Secretaría de Educación de Daniel Sponda, que mandaron a parar reparación que está haciendo Shin Fujiyama en una escuela de la “capirucha”, exigiendo que los albañiles ajusten su trabajo a los lineamientos que ellos quieren, pese a que nunca en la vida le pararon bola a la dichosa escuela, que se estaba cayendo en pedazos.

“Lo único que pedimos es que respeten los lineamientos de la Secretaría de Educación, que respeten la paleta de colores, los diseños”, reconoció con cinismo y descaro el propio ministro, luego de que los padres de la familia del centro educativo le pelaran la cara en los medios de comunicación.

Pero por mucho que intente el hombre disimular su majadería, los padres andan ya con la mecha encendida, pues consideran que “no es posible que solo por figurar nos vengan a parar la obra”, según denunció la presidenta de la asociación, Belkis Matamoros.

Lamentan ellos y los propios profesores que sean las propias autoridades las que estén deteniendo caprichosamente la labor filantrópica del influencer, al que no hace mucho el propio Sponda hasta prometió acompañar en un tramo de su carrera desde San Peter hasta la “capirucha” con la que anduvo recaudando billete, aunque solo lo hizo para figurar en los titulares, pues a la hora de la hora nunca asomó el cacho.

Años y años llevaba la escuela de la colonia Loarque desmoronándose, sobre todo en tiempo de lluvias, donde no hay manera de impartir clases a los cipotes, hasta que apareció Shin y en cuestión de un par de días ya había hecho más que Sponda en sus dos años y medio de gestión.

“Shin dijo que en un mes nos la entregaría reparada la escuela, y en apenas tres días ya se notaba el trabajo realizado”, valoró Salvador Castro, el director de la escuela, que se sumó al reclamo contra el ministro refundidor, que aun así tuvo la desfachatez de negarlo todo: “de (la Secretaría de) Educación no ha salido ninguna prohibición”.

En fin, que tocará a Shin ponerle a la escuela los adornitos exigidos por los conchudos funcionarios, que lo que andan buscando es amolar todo a su antojo para saludar después con sobrero ajeno, pese a que su responsabilidad es hacerse cargo por completo de las reparaciones y no andar como limosneros con garrote, obstaculizando la loable labor del bonachón influencer.

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