EL CÍNICO REDONDO SUSPENDE LA SESIÓN
Cualquier excusa le vale a Luis Redondo para seguir pelándosela sin chambear. La última de sus ocurrencias fue suspender la sesión del Congreso por la muerte de la mamá de Rixi Ramona, que pobrecita ella, pero no es esa una razón que justifique el hecho de que un poder del Estado eche el cierre para compartir el dolor.
“Este es un momento de mucho dolor”, escribió el cínico en sus redes, como si su amistad con la doliente precandidata datase de toda una vida y no del día en que con su oportunismo se echó al bolsillo su voluntad y la de los refundadores, al postularse como perro fiel del castrozelayismo en el Legislativo.
Sin duda es Honduras un país distinto, donde la clase política se malacostumbró a vivir peleada con el sentido común y la decencia, y donde lo absurdo impregna el día a día de un pueblo que permanece atónito ante cada decisión emanada de las altas esferas del poder.
Que para esa gracia, si la cosa fuera pareja, deberían mejor suspender de un sopapo todas las labores habidas y por haber, a razón del cotidiano sufrimiento de un pueblo al que no dan tregua con tanta majadería.
Pero ningún argumento es capaz, por sí solo, de justificar la decisión de posponer para el día siguiente una sesión legislativa, donde se supone que se moldea el rumbo del país, pues ni siquiera es Ramona una funcionaria del aparato estatal, sino solamente una precandidata con vista a las internas.
Pero no se le pueden pedir peras al horno, así que más vale resignarse a que la estupidez llegó para quedarse de la mano de un presidente del Congreso que, avalado por sus amos en Presidencial, dirige ese poder del Estado como si se tratase de un asunto familiar.