OTRA ALERTA MÁXIMA

Después del trueno apareció la SESAL de Carla Paredes declarando alerta máxima por dengue, cuando los contagiados ya son más de 16 mil y los muertos suman una decena en lo que va de año, pese a que expertos de aquí y de allá se volaron los últimos meses advirtiéndolo.

Esas son las consecuencias de una administración negligente, que tuvo que esperar que se armara bien el cagadal para dar su primera manotada, que, a estas alturas, además de tardía quizás sea insuficiente, porque las lluvias están a la vuelta de la esquina y el zancudero que vendrá con ellas será implacable.

Una negligencia, además, que a lo mejor tiene bastante que ver con que le haya tocado últimamente a Carlita andar apagando algunos conatos de incendio, pues el BID le mandó a chapalear al cuñado que tenía ella enchambado con 4 mil dólares mensuales sin saberse muy bien por qué.

En fin, que ahora que están con el macho encaramado, a los de la SESAL les tocará habilitar salas especiales en nada más y nada menos que nueve hospitales. Será algo así como montar una fiesta, pero en vez de invitados habrá pacientes, y en vez de música, resonará el zumbido de los zancudos.

Desde el 1 de enero hasta la fecha, el total exacto de casos confirmados es de 16,159 a nivel nacional; una cifra que rivaliza con la cantidad de veces que desde las instancias refundacionales se ha utilizado la frase “es culpa del cambio climático” sin que hayan hecho nada para prevenirlo.

“Estamos al límite de nuestra capacidad. Necesitamos más salas y más personal para atender tantos pacientes”, comentó el portavoz Miguel Osorio. Y es por eso que andan ellos con la idea de contratar nuevo personal para atender la crisis.

Semana tras semana, los casos siguen aumentando, como si a los zancudos se hubieran puesto las pilas tras recibir un memo por su baja productividad. Solo en la semana epidemiológica 17 se confirmaron 1,762 casos a lo largo y ancho del potrero catracho.

Y es que diez regiones sanitarias registran casos iguales o superiores a 50, confirmando la sospecha de que el dengue llegó para quedarse, y probablemente para siempre. Y aunque las fumigaciones continúen, aunque parece que los zancudos han desarrollado una capacidad para superar los retos más difíciles, pues de remate, la población tampoco colabora eliminando los criaderos.

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